miércoles, 4 de junio de 2025

Cómplices del criminal Netanyahu

El genocidio no cesa
El genocidio no cesa

 Durante décadas, Israel ha llevado a cabo una campaña sistemática de desplazamiento, humillación y exterminio del pueblo palestino. Lo que en sus inicios se encubrió bajo el relato de una lucha por la seguridad nacional, hoy se revela como lo que es: un genocidio premeditado y metódico. El fiscal de la CPI ha solicitado una orden de arresto contra Netanyahu por crímenes de guerra y contra la humanidad. Ya no es una cuestión de opinión: es un asunto legal, jurídico y moral.
Netanyahu, a la cabeza de un gobierno que ha normalizado el crimen, está masacrando a los civiles de Palestina. Niños muertos en bombardeos, hambruna, hospitales reducidos a escombros y hogares convertidos en polvo. No es una guerra; es limpieza étnica. Lo que Netanyahu persigue con suma frialdad, es forzar el éxodo palestino. Busca hacer la vida imposible para que quienes sobrevivan al terror se marchen y, apilando cadáveres, borrar Palestina del mapa.
Lo insoportable de esta tragedia no se limita a la responsabilidad de su primer ministro. Según recientes encuestas, una parte significativa de la población israelí apoya sus crímenes. No se trata solo de un líder psicópata: se trata de un consenso nacional que ha normalizado el “apartheid” y el genocidio. Como sociedad, Israel ha cruzado la línea de lo imperdonable.
Quiero recordar que, en los años 30 y 40, el mundo tardó mucho en reaccionar ante el horror nazi. Sin duda, las víctimas de aquellos campos de exterminio repudiarían la conducta de quienes, habiendo aprendido en carne propia el significado del odio sistemático, hoy lo practican. La memoria del Holocausto ha sido prostituida por un régimen que utiliza el sufrimiento de sus antepasados como escudo para justificar la carnicería.
No hay excusa ni diplomacia posible. Lo que Israel hace en Gaza y Cisjordania es inaceptable. El mundo lo ve. La historia lo juzgará. Pero nosotros no podemos esperar al juicio de la historia. Ante la realidad, cualquier país que aún mantenga relaciones diplomáticas o comerciales con Israel sin exigir un cese inmediato de esta barbarie, está colaborando con el genocidio. El mundo debe actuar con una claridad moral absoluta: romper relaciones con el gobierno israelí actual no es una opción, es una obligación moral. Actuar con sanciones y aislamiento. Con un grito firme y universal: Nunca más, para nadie.
Y si algún país decide mirar a otro lado, debe ser igualmente aislado. Porque cuando se tolera el genocidio, se participa de él.

domingo, 1 de junio de 2025

El gen necio XVI

 

Los necios cada vez más necios
Los necios cada vez más necios

El virus de la desinformación se propaga cual plaga sin escrúpulos, y así el gen necio se expande y multiplica por el mundo.

–¿Sabes que las aves son en realidad drones del Gobierno para espiarnos?
–Vaya estupidez. Las aves son seres vivos, con sistemas biológicos complejos, que existen desde hace millones de años.
–Bueno, pues si no todas, al menos la mayoría. Si te fijas bien, su comportamiento no es natural. Sus movimientos a veces parecen mecánicos, como si estuvieran programadas. He visto aves que se quedan quietas en el mismo lugar durante mucho tiempo, como si estuvieran vigilando.
-Es su comportamiento natural. Por ejemplo, las aves rapaces, pueden quedarse inmóviles durante largo rato, observando su entorno para detectar presas. Y el vuelo de las aves es el resultado de su evolución durante millones de años, algo muy diferente al de una máquina controlada. Además, ¿para qué iban a fabricar drones tan sofisticados si todo está lleno de cámaras de vigilancia?
–Para que se posen en tu balcón… y poder acecharte. Existen pruebas: videos en los que las aves se caen repentinamente del cielo, pero luego se levantan como si nada. Y, la más evidente es que se posan en los tendidos eléctricos para recargarse. Eso no es natural.
–Son seres vivos que, algunas veces, se desorientan o tienen un accidente debido a factores como el clima, la fatiga, o incluso por alguna enfermedad. Y se posan en los cables para localizar posibles presas y atisbar depredadores.
–No me convences... Creo que siguen un plan. Las aves no son lo que parecen. ¿Has oído hablar de la teoría del “control mental” a través de estos drones/aves?
–Qué explicaciones tan sofisticadas para las aves, seres fascinantes por su biología y comportamiento natural. Existen muchísimos estudios sobre su anatomía, conducta, migraciones… con bases científicas muy sólidas.
–Insisto en que el Gobierno está detrás... Algo gordo trama.

Lo dicho: el gen necio.

jueves, 29 de mayo de 2025

Congreso: plató de los agitadores

 

PP y Vox con los agitadores coartando la libertad
PP y Vox con los agitadores coartando la libertad

La tensión en los pasillos del Congreso no nace de la constante provocación verbal de la derecha, sino de un fenómeno igual de nocivo: la invasión de agitadores. Gente que se infiltra entre las columnas del cuarto poder, y no para informar, sino para intoxicar. No para cuestionar con argumentos, sino para reventar con consignas. Han cambiado el micrófono por el garrote verbal; la libreta por el panfleto digital; el oficio de periodista por el rol de provocador político. ¡Basta ya!
Lo ocurrido con Antonio Maestre –todo mi respeto y solidaridad– es solo la punta del iceberg. No es solo una agresión verbal y una coacción sino una estridente señal de alarma que debería hacer reaccionar a todos los que aún creen en el periodismo como garante de la democracia. Porque cuando un periodista es intimidado, hostigado y empujado por hacer su trabajo, todos estamos en peligro. Y si quienes lo hacen no son ciudadanos anónimos, sino personas acreditadas en el propio Congreso, el escándalo ya no es anecdótico sino institucional.
No hablo de discrepancias editoriales ni de debates ideológicos. Hablo de pura violencia. De odio planificado. De campañas de acoso que no surgen del error, sino como táctica del terror. Esta gente no entra en el Congreso para informar, sino para coaccionar, difamar y dinamitar. No hacen preguntas, lanzan eslóganes disfrazados de interrogantes. No buscan la verdad: buscan el “like” viral. Para ellos el respeto, la ética y el código deontológico del periodismo son basura.
No son periodistas. Son provocadores políticos que utilizan la apariencia de la prensa para camuflar la agresión. Saben que la acreditación les abre puertas para agredir con sus arietes. Su objetivo no es la transparencia, sino la intimidación. No quieren que la ciudadanía esté informada, quieren que esté enfadada. Aterrada. Dividida.
Y mientras tanto, los auténticos periodistas —los que contrastan, los que preguntan con respeto, los que escuchan— ven su espacio reducido, su seguridad tambalearse, su voz opacada por la estridencia.
La connivencia de PP y Vox no queriendo ponerles límites es inaceptable. No es cuestión de ideología, sino de principios democráticos básicos. Si permitimos que el templo del diálogo se convierta en circo de hostilidad, si dejamos que los matones de la desinformación ganen terreno, el periodismo habrá perdido. Y con él, la sociedad.
Porque cuando calla la prensa libre, grita el autoritarismo.
Y últimamente, ese maldito grito es ensordecedor.

lunes, 26 de mayo de 2025

PP: Recortes, negligencia y privatizaciones

 

Lo del PP es para hacérselo mirar
Lo del PP es para hacérselo mirar

Una vez más, y ya son muchas, nos enfrentamos a una situación límite donde las administraciones del Partido Popular, en lugar de asumir responsabilidades, optan por el viejo recurso de echar balones fuera. Lo vimos con la gestión de la crisis de 2008 y su década de políticas neoliberales que acentuaron los efectos sociales de la crisis. Lo vimos con la gestión de las residencias de mayores durante la trágica pandemia. Lo hemos visto con la DANA, con la precariedad creciente en la sanidad y la educación públicas, y ahora lo volvemos a ver con personas que duermen en el suelo del aeropuerto de Barajas por no tener un hogar. ¿Qué tienen en común todos estos fracasos de gestión? La firma del PP.
Es insultante que quienes ostentan el poder autonómico —y, en muchos casos, también el municipal— se presenten como meras víctimas de un Gobierno central al que acusan de inacción. Las competencias en sanidad, educación, servicios sociales y emergencia climática son, por ley, responsabilidad de las comunidades autónomas y ayuntamientos. Y, sin embargo, una y otra vez, el PP utiliza el altavoz mediático para desviar la atención de su absoluta incompetencia desinformando a la sociedad.
En educación, los recortes acumulados han dejado aulas masificadas, centros públicos deteriorados y una brecha digital que margina aún más a los que menos tienen. En sanidad, el desmantelamiento progresivo de la atención primaria y las listas de espera interminables son el resultado directo de una estrategia política que favorece el negocio privado antes que lo público. ¿Y ante las críticas? Victimismo y propaganda.
Lo más grave no es solo la mala gestión. Es la absoluta falta de autocrítica y empatía, y el uso sistemático del engaño como herramienta política. No es casualidad: es su ideología. Una que prioriza los intereses económicos de unos pocos frente a los derechos de la mayoría. Y ahora, estos mismos gestores que han fallado en lo más esencial —cuidar de su gente— pretenden dar el salto al Gobierno de la nación. Sin olvidar que, por si fuera poco, siempre desprecian a las víctimas. Para hacérselo mirar.
La ciudadanía merece gobernantes responsables, no trileros políticos. Basta ya de mentiras. Basta ya de usar la administración como plataforma de marketing ideológico. La realidad no se puede maquillar con ruedas de prensa ni con titulares afines. Hay personas sufriendo, servicios colapsando, derechos en retroceso. Y detrás de todo eso, siempre está el PP.

viernes, 23 de mayo de 2025

Los “muy patriotas”

 

Los "muy patriotas" usan pulseras con banderitas de paraísos fiscales
Los "muy patriotas" usan pulseras con banderitas de paraísos fiscales

Hay una constante inquietante en la trayectoria del Partido Popular: su deslealtad sistemática con España cada vez que no gobierna. España solo importa si ellos mandan. Para el PP, el amor a la patria es selectivo, oportunista y profundamente hipócrita. Mientras se envuelven en banderas y proclaman a los cuatro vientos su supuesta defensa de los intereses nacionales, sus actos desmienten con crudeza esa fachada patriótica. Lo que de verdad defienden —con uñas, dientes y contactos en Bruselas— son los intereses de las grandes empresas, incluso aunque sean extranjeras y su beneficio implique un coste descomunal para los ciudadanos españoles.
El último ejemplo escandaloso lo encontramos en el apoyo del PP a la empresa minera australiana Berkeley, que reclama nada menos que 921 millones de euros al Estado español por no permitirle abrir una mina de uranio en Salamanca. ¿Y quiénes están detrás de esa maniobra de presión contra nuestro país? Nada menos que destacados ex altos cargos del PP, como Jaime García-Legaz y Manuel Lamela, convertidos ahora en lobistas del uranio radiactivo. ¿Dónde queda el interés general? ¿Dónde está el patriotismo?
El PP, que se rasga las vestiduras por cualquier decisión del Gobierno de coalición, se dedica a apoyar una empresa extranjera que pretende sangrar al Estado tras ver frustradas sus ambiciones extractivas gracias a una decisión técnica del Consejo de Seguridad Nuclear. ¿Quién defiende aquí a España?
Pero el escándalo no se queda en lo económico. Es político y moral. El PP ha convertido en costumbre la deslegitimación constante del Gobierno elegido democráticamente. Allá donde va —sea en el Congreso, en Bruselas o en foros internacionales—, no pierde oportunidad de presentar a España como un país hundido, sin ley, al borde del colapso. Porque para el PP, cuando ellos no gobiernan, España se convierte automáticamente en una nación fallida.
No tienen reparos en cuestionar la democracia, los tribunales o las instituciones si eso debilita al Ejecutivo de turno. Y al mismo tiempo, claman por la unidad y el amor a España. Su patriotismo se ejerce a costa del propio país, siempre que eso los acerque un poco más al poder.
El PP no tiene un problema con el Gobierno. Lo tiene con la democracia cuando no les da la razón. Y lo tiene con España cuando no les pertenece. Lo han demostrado una y otra vez, y lo vuelven a hacer ahora, poniendo los intereses de una multinacional minera australiana por encima del interés general de los españoles.
Hablan de España, pero solo les interesa el reparto. Hablan de patriotismo, pero solo practican el partidismo. Si algo ha quedado claro con el caso de la mina de uranio, es que, para el PP, “España” es solo una excusa cuando está en la oposición, y un botín cuando está en el poder.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Manifestaciones del odio

 

Ultraderecha (PP) y derecha extrema (Vox): unidos por el odio
Ultraderecha (PP) y derecha extrema (Vox): unidos por el odio

Desde que Pedro Sánchez asumió la presidencia en 2018, la ultraderecha y la derecha extrema iniciaron una ofensiva sistemática contra el Gobierno legítimamente elegido. El Partido Popular y Vox, aliados en lo ideológico y en lo estratégico, han rechazado de plano los resultados democráticos, etiquetando al Ejecutivo como “ilegítimo”, “okupa” y deshumanizando a su presidente con discursos cargados de odio. Este rechazo constante al resultado de las urnas y alianzas no es oposición política: es un vil ataque directo al corazón de la democracia.
En lugar de dialogar o proponer y construir alternativas, ambos partidos hermanados han encontrado en el odio y la antipolítica visceral un cemento eficaz para movilizar a sus bases. Y, bajo esta premisa, han convocado manifestaciones para sembrar crispación ciudadana y desgaste institucional. La connivencia entre una ultraderecha que se dice “moderada” y una derecha extrema que niega consensos básicos, resulta no solo antidemocrática, sino profundamente perjudicial para la paz social.
Cuando se normaliza el discurso del odio, se deslegitima el diálogo y se degrada la convivencia. Y eso es tan sumamente peligroso que, en democracia, jamás puede ser el camino.

domingo, 18 de mayo de 2025

Israel: asesinar con el hambre

 

Netanyahu, un despreciable criminal de guerra
Netanyahu, un despreciable criminal de guerra


Usar el hambre como arma de guerra es una de las más deleznables violaciones de los derechos humanos, un acto de crueldad extrema que destruye no solo vidas, sino también voluntades y futuros. Los criminales de guerra que recurren a esta práctica, como el autócrata y genocida Netanyahu, no solo están cometiendo crímenes contra la humanidad, sino que eliminan generaciones enteras de un plumazo, sumiéndolas en un sufrimiento inimaginable e innecesario.
La situación en Gaza es un claro ejemplo de esta barbarie. Su población, ya de por sí vulnerable, está siendo sometida a una guerra total, donde la muerte llega tanto por las bombas como por la inanición. Miles de niños han sido asesinados, y otros miles están destinados a un futuro de desesperación y hambre crónica. Aquellos que logren sobrevivir, lo harán marcados para siempre por el daño irreversible que el hambre les habrá acarreado al truncar su desarrollo físico y mental. Las cicatrices serán indelebles.
El hambre como arma no solo es una violación flagrante del derecho internacional, es un genocidio. Asesinar a una población por desnutrición, es una estrategia cruel y despreciable que debe ser condenada enérgicamente por toda la comunidad internacional. La Corte Penal Internacional debe actuar con más firmeza ante estos crímenes de guerra, buscando justicia para las víctimas castigando a los culpables.
Tampoco el mundo puede permitir que este tipo de atrocidades queden impunes. El hambre como táctica de guerra no solo es una agresión fríamente calculada contra un pueblo, sino contra la humanidad misma. Cada día que pasa sin una respuesta contundente es un día más en que reina la injusticia y más vidas se pierden, no solo por las balas, sino por la barbarie de quienes creen que tienen derecho a arbitrar la vida de los demás. No podemos quedarnos de brazos cruzados ante el genocidio silencioso que está teniendo lugar. La historia recordará a los responsables de esta monstruosidad, y la condena, justa pero implacable, será, con suerte, la más mínima de las penas que habrán de recibir.