Europa se está perdiendo en un laberinto fascista |
Cuando Europa pone como ejemplo de política migratoria a la Italia de la neofascista Meloni –acelerando las deportaciones de seres humanos para enviarlos a campos de concentración en terceros países, en evidente vulneración de derechos fundamentales–, hay que volver a recordar las palabras que el propio Robert Schuman, pionero y arquitecto de la Unión, pronunció sobre el sentido de Europa: «crear una solidaridad de hecho».
Por tanto, Europa debe ser un proyecto común, solidario, unido, fraternal, dialogante y no egoísta, que impulsa la paz mediante el fomento de la libertad, la democracia, la justicia social, el desarrollo económico, la defensa y protección de los derechos humanos y el bienestar de la población. Pero, ahora mismo la UE parece querer marchar en contra del espíritu de su génesis y abrazar el egoísmo nacionalista y el neoliberalismo que, por desgracia, están de moda.
Si Europa abandona sus principios fundacionales, alimentará los desalmados monstruos del nacionalismo egoísta, la xenofobia y el fascismo que volverán a blindar fronteras y a traer conflictos entre sus naciones.