23-F: 40 años

 

El golpista Tejero, pistola en mano, entra al Congreso de los diputados. (Fotograma de RTVE)

Recuerdo aquella tarde. El Congreso votaba la investidura de Calvo Sotelo. Me llamó mi compañera: «¿Te has enterado?», me dijo. «¿De qué?», respondí. «Un golpe de Estado. Pon la radio». Corrí a encender la radio y el corazón me dio un vuelco. Radio Nacional emitía música militar. TVE no informaba. La Cadena SER –menos mal–, sí. Las noticias que llegaban eran alarmantes. Sensación de impotencia y rabia. Había que defender la incipiente democracia. A partir de ahí, muchas ideas se cruzaron en mi mente. ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar? En Valencia, los golpistas sacaban los tanques a la calle. No podía ser. Si en Madrid ocurría lo mismo, intentaría comunicar con mis amigos para salir a plantar cara. Noche tensa. De madrugada el rey –mucho tardó– ordenó mantener el orden constitucional. Horas después, todo quedó en un mal trago.
Estaba claro, el franquismo todavía coleaba con ira. Éramos una democracia tutelada por sables. Y a día de hoy aún me sorprende que en Valencia nadie se echara a la calle.

Violencia y reforma necesaria

 

Hay que reformar el código penal para que los delitos de opinión dejen de estar penados con cárcel

La violencia en democracia siempre es condenable; pero no hay que decirlo constantemente. Vamos con datos. España por su herencia franquista, tiene taras. Una de ellas es la libertad de expresión. Según Freemuse, organización asesora de Naciones Unidas, nuestro país es líder mundial –datos de 2019– de artistas procesados y encarcelados, por delante de Irán o Rusia. Evidentemente, en otros países se lo piensan antes de abrir la boca.
Aquí, a pesar de la violencia, y para agrandar nuestra democracia que siempre es deseable, debemos reformar el código penal y suprimir la cárcel de los delitos de opinión, por mucho que las expresiones vertidas sean soeces y/o deplorables.
Mientras, la derecha como siempre aprovecha la violencia de los descerebrados –que contaminan una reivindicación esencial– para distorsionar, embarrar y tapar una reforma ineludible y tachar, a todos los que pretendemos mejorar la democracia para que España deje de ser primicia internacional, de cómplices de la violencia.

Dirimir responsabilidades

 

En el PP creen que, con cambiar de sede y culpar a los demás, ya está todo hecho

Tras el gatillazo catalán, y para que no pueda decirse que Génova no conjuga el verbo dimitir, Pablo Casado anuncia dos importantes ceses: la sede y el pasado.
Y no solo eso, que si estuviera en su mano, también dimitirían más culpables: los medios, la Justicia, el CIS, la oposición…
¿Cree Casado que así dirime sus responsabilidades?, ¿que gestos tan pueriles –mudanza, mutismo y balones fuera– evitarán que Vox se zampe su trozo del pastel electoral?
Si se actúa como Vox, para emularlo, se blanquea y alimenta al monstruo, y cuando se abren las urnas el votante escoge el original y no la copia. Y si no se destierran el atávico flirteo con la corrupción y el lenguaje exaltado ni se repudia y reconoce el error de la foto de Colón, los votos seguirán sin mostrarse.
Igual que no se puede huir de la sombra, no se puede huir del pasado. Una organización debe asumirlo y, si no gusta, reconocerlo y cambiar de costumbres. Lo contrario es dar pábulo al viejo adagio: “Aunque la mona se vista de seda…”

Reciclaje: la gran impostura

 

El zorro no puede cuidar de las gallinas. ¡Así nos va!

Al esforzarnos en separar la basura, evitamos la contaminación de hábitats naturales, protegemos la salud y confiamos que la industria encargada de la recogida cumpla con su parte del contrato.
Pero resulta que Ecoembes, empresa responsable de cerrar el ciclo es, además de un suculento negocio que ingresa más de 570 millones anuales y tiene en su accionariado a las industrias contaminantes, un zorro cuidando gallinas. Remunera a su dirección como a grandes ejecutivos y a su plantilla por encima de la media, pero se dice sin ánimo de lucro. Aunque lo verdaderamente desolador es que, según un reciente y concienzudo informe de Greenpeace, no cumple con su cometido y plásticos, envases y demás residuos terminan «en vertederos, incineradoras, exportados, quemados o, directamente, abandonados en el medioambiente».
El Ministerio de Transición Ecológica debe acabar con este monopolio que asola la naturaleza mientras nos tima, y auditar tan necesaria labor minuciosamente. Nos va la vida en ello.

…y Bárcenas salvó al PP

 

Como estaba cantado, Bárcenas le hizo un favor a Casado

Tras mantener en numerosas ocasiones durante los últimos años que la corrupción del PP estaba amortizada, ahora, para justificar los pésimos y peores resultados que el Partido Popular jamás obtuvo en Cataluña, se agarran a Bárcenas como a un clavo ardiendo: «es la última factura que vamos a pagar de ese pasado».
Ya está. Eso es todo. Gracias, señor Bárcenas, Pablo Casado salva el culo.

Indemnizar a los okupas

 

La sentencia de la Audiencia es indignate por tener que indemnizar a los Franco

La Audiencia de A Coruña desestima que la familia Franco recupere el pazo de Meirás, pero requiere al Estado a indemnizarla para recobrar el dinero que emplearon en su rehabilitación y mantenimiento –probablemente sustraído al propio Estado durante la dictadura–. El fallo, al dar una de cal y otra de arena, esparce cierto tufillo servil al franquismo: como es indefendible que lo poseas, te lo quito, pero a cambio te indemnizo encubiertamente.
Imagine que en 1975 unos okupas se hubiesen adueñado de su vivienda. En la actualidad y tras un largo proceso judicial logra recuperarla, pero el juez le obliga a pagar las obras que esos mangantes realizaron, con dinero que le habían sustraído, durante la estancia en su propiedad. ¿Cómo se quedaría? A cualquier persona afectada, le resultaría frustrante; pero para muchos de los que vivimos el franquismo, además es irritante.
Confío en que la Abogacía del Estado recurra esta sentencia tan injusta y reclame a los Franco el alquiler de los 45 años.

Políticos: ¡Haced política!

 

El documento de la vergonzosa anomalía democrática –claudicación de la democracia– firmado por JxCat, CUP, Primàries Catalunya, PDECat y ERC por el que se comprometen a no pactar con el PSC. Fuente: Catalans per la independència (Twitter)

En un gesto democráticamente anormal, los partidos independentistas firmaron un acuerdo para no pactar, en ningún caso, con el PSC. Es preocupante que, quienes se dedican a la política, no busquen el diálogo con el oponente para acercar posturas y hallar puntos de encuentro que permitan alcanzar acuerdos para mejorar la vida de los ciudadanos. Aunque se discrepe, escuchar a los rivales abre la mente, genera empatía y facilita la reconciliación. Del diálogo siempre surgen ideas; del silencio emerge el ostracismo más estéril. El ensayista Joseph Joubert decía que “es mejor debatir una cuestión sin resolverla que resolver una cuestión sin debatirla”.
Sorprende que ERC, en una falta de iniciativa y personalidad política, deje que JxCat le haga el abrazo del oso mientras lo arrastra a este sinsentido y, sin embargo, parece dispuesta a pactar con ellos que trajeron los despiadados recortes a Cataluña y con los que, ahora mismo, no se avienen.
¿Pretenden otro bloqueo con repetición electoral?