viernes, 24 de junio de 2016

La previsible reacción de Rajoy

El Ministro del Interior espía a los discrepantes
El Ministro del Interior espía a los discrepantes
Presume Rajoy de ser previsible. Y vaya si lo es. Cumple, impepinablemente, la tercera Ley de Newton: el principio de acción y reacción. Por eso, a cada nuevo turbio asunto que le acosa se produce el previsible apoyo al que está en el punto de mira al tiempo que atribuye todo a una conspiración. Lo hizo con Bárcenas, Mato, Rato, Blesa, Granados, Barberá, Soria, Matas, Camps, Rus y una larga lista. Que el Ministro del Interior de una democracia, Jorge Fernández, utilice las cloacas del Estado para investigar, no a delincuentes o terroristas si no a rivales políticos con opiniones discrepantes, y no porque existan indicios de sospecha de ningún tipo, es un asunto gravísimo. Que Rajoy lo apoye incondicionalmente y atribuya todo a una conspiración, también. Y, lo que es aún peor: la inconsciente arrogancia de ambos de haber hecho algo execrable.
Los españoles no nos merecemos seguir gobernados por un ejecutivo prepotente acorralado por la corrupción y el espionaje a adversarios políticos. Las cloacas del Estado deben desaparecer de una vez por todas y, como hasta ahora los políticos han mostrado su incapacidad, este domingo en las urnas debemos cegarlas para siempre y evitar así que, cada cierto tiempo, se termine filtrando este insoportable hedor.
 
¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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El pasado día 20 se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, cuenta con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

jueves, 23 de junio de 2016

Pase lo que pase, será bueno para España

¿Qué pactos saldrán de las urnas?
Cualquier opción será mejor que lo padecido en los últimos cuatro años.
Si como todo indica nadie obtiene mayoría absoluta, lo que dicten las urnas nunca será peor que lo sufrido en los cuatro últimos años: ser gobernados a fuerza de decretos-ley por un Ejecutivo acorralado por la corrupción, en modo apisonadora del Estado de Bienestar.
Los elegidos tendrán que buscar apoyos, y eso, en contra de lo que auguran los agitadores del miedo, es bueno. Cuantos más partidos formen el Gobierno, más sensibilidades estarán representadas estableciéndose un mayor control sobre las cuentas, dificultando así que enraíce la corrupción. De entrada deberán moderar sus posiciones y tender puentes para consensuar y lograr reformas cabales, como la educativa, que al tener más legitimación política, tendrán mayor efectividad y vigencia. En España las mayorías absolutas, a menudo, han sido nefastas. Lo habitual en la Unión Europea, es una mayoría de Estados gobernados por dos o más partidos, y ahora los españoles así lo disponen.
La pluralidad construye Gobiernos más audaces y una ciudadanía participativa y responsable… ¡Ah! y seguro que el cielo no se desploma sobre nuestras cabezas.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado día 20 se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, cuenta con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

martes, 21 de junio de 2016

¡Chsss!… silencio

Comunidades de vecinos: en muchos casos nidos de corrupción
Comunidades de vecinos: en muchos casos nidos de corrupción
Es tabú. Aunque casi todos lo saben, muy pocos lo comentan. Apenas se oye un susurro, se hace el silencio, el vacío. Sin embargo, si se pudiese cuantificar sería con diferencia la mayor de las insondables tramas de corrupción que asolan nuestro país. Por número de casos y por montante. Pero todos enmudecen porque la cercanía puede comprometer a familiares, amigos o conocidos. Se trata de la corrupción en las comunidades de vecinos, mal endémico capaz de seducir a ciertos conserjes, que exigen a fontaneros, albañiles y electricistas pagar la correspondiente mordida para acceder al edificio, a presidentes y administradores de fincas que adjudican obras en connivencia con constructores y arquitectos a cambio de exigir altísimas comisiones a proveedores, y a propietarios indolentes que no queriendo saber, dan su voto a los mangantes perpetuando la podredumbre.
Miles de millones de euros defraudados, pero… ¡Chsss!, ¡que nadie mire!, ¡que nadie hable!, ¡que nadie escuche!, ¡que todos callen! Omertá.


¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Ayer se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, cuenta con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

lunes, 20 de junio de 2016

Rajoy y los que pretenden cambiarlo todo

El incoherente Rajoy
Las "coherencias" de Rajoy
Pidió Rajoy en un mitin en Tenerife “el voto de aquellos que no quieren radicalismos ni extremismos, ni derogarlo todo, ni cambiarlo todo”. O sea que, Rajoy, tan coherente él, no se votará a sí mismo porque cuando llegó al poder lo que hizo fue cambiarlo todo a su conveniencia: Reforma laboral, reforma educativa, pensiones desvinculadas del IPC, seguridad ciudadana, reforma RTVE para elegir al presidente sin pactar con la oposición, código penal con la prisión permanente revisable…  y, si no hubiera sido por el clamor popular, hubiera cambiado hasta la ley del aborto. Batió el triste récord de legislar por decreto ─75 salieron adelante─ abusando del trámite de urgencia. Así que ya saben: no voten a quienes quieren cambiarlo todo… a su conveniencia.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

Día Mundial del Refugiado

Refugiados sirios desplazados en Europa
Refugiados sirios desplazados en Europa
En memoria de Jo Cox, defensora de los refugiados, vilmente asesinada el 16 de junio de 2016 en plena campaña del Brexit.
 
Se celebra hoy el día mundial del refugiado y Europa, para conmemorarlo, cuenta con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su difícil éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios?
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: perseguir lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

jueves, 16 de junio de 2016

Una cuestión trascendental

Donde antes había trabajadores ahora hay robots
Más temprano que tarde se tendrá que resolver la crucial controversia sobre la renta mínima garantizada. Cada día que pasa, en todo el mundo los robots industriales y las máquinas inteligentes se incorporan sigilosamente al mundo laboral copando miles de puestos de trabajo. No se trata de reivindicar el ludismo que en el XIX, durante la Revolución Industrial, destruía telares y máquinas de hilar por arrebatar empleos. Se trata de afrontar un espinoso asunto, antes de que nos estalle en las narices, que afecta a la sociedad actual y futura y optar entre una humanidad conflictiva, con ejércitos de parados sin cobrar prestación alguna, o una sociedad más justa en la que las personas que no consigan trabajo tengan garantizado un mínimo vital digno.
El cómo, aunque por supuesto es opinable, es harto sencillo: que los que más han recibido de la sociedad financien el nuevo sistema social, al tiempo que las máquinas destructoras de empleos paguen las cotizaciones sociales de los trabajadores que envían al desasosegante infierno del paro.


¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

lunes, 13 de junio de 2016

¿Quién llevará la voz cantante?

¿Escaños o votos? ¿Cuál tiene mayor legitimidad?
¿Escaños o votos? ¿Cuál tiene mayor legitimidad?
Aunque probablemente no será el caso, podría darse esta situación: 27-J, el día después. Entre PSOE y Unidos Podemos ¿quién capitaneará la negociación? ¿Quien haya obtenido más votos o más escaños? La Ley Electoral española es terriblemente injusta: los votos no valen lo mismo. Si se quiere perpetuar este absurdo privilegio será el que saque más escaños, si se pretende ser honesto será el que tenga mayor número de votos porque al contar con más apoyo ciudadano su legitimidad será sin duda superior.
Y, por último: si los pactos llegaran a buen puerto… ¡que modifiquen la Ley para no volver a soportar incertidumbres!

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!