jueves, 16 de junio de 2016

Una cuestión trascendental

Donde antes había trabajadores ahora hay robots
Más temprano que tarde se tendrá que resolver la crucial controversia sobre la renta mínima garantizada. Cada día que pasa, en todo el mundo los robots industriales y las máquinas inteligentes se incorporan sigilosamente al mundo laboral copando miles de puestos de trabajo. No se trata de reivindicar el ludismo que en el XIX, durante la Revolución Industrial, destruía telares y máquinas de hilar por arrebatar empleos. Se trata de afrontar un espinoso asunto, antes de que nos estalle en las narices, que afecta a la sociedad actual y futura y optar entre una humanidad conflictiva, con ejércitos de parados sin cobrar prestación alguna, o una sociedad más justa en la que las personas que no consigan trabajo tengan garantizado un mínimo vital digno.
El cómo, aunque por supuesto es opinable, es harto sencillo: que los que más han recibido de la sociedad financien el nuevo sistema social, al tiempo que las máquinas destructoras de empleos paguen las cotizaciones sociales de los trabajadores que envían al desasosegante infierno del paro.


¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

lunes, 13 de junio de 2016

¿Quién llevará la voz cantante?

¿Escaños o votos? ¿Cuál tiene mayor legitimidad?
¿Escaños o votos? ¿Cuál tiene mayor legitimidad?
Aunque probablemente no será el caso, podría darse esta situación: 27-J, el día después. Entre PSOE y Unidos Podemos ¿quién capitaneará la negociación? ¿Quien haya obtenido más votos o más escaños? La Ley Electoral española es terriblemente injusta: los votos no valen lo mismo. Si se quiere perpetuar este absurdo privilegio será el que saque más escaños, si se pretende ser honesto será el que tenga mayor número de votos porque al contar con más apoyo ciudadano su legitimidad será sin duda superior.
Y, por último: si los pactos llegaran a buen puerto… ¡que modifiquen la Ley para no volver a soportar incertidumbres!

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

viernes, 10 de junio de 2016

La corrupción: una lacra que todo lo ensucia

La corrupción en las comunidades de vecinos: mal endémico
La corrupción en las comunidades de vecinos: mal endémico
Nada escapa a su maleficio. Como los tentáculos de un pulpo, lo abarca todo y las comunidades de vecinos, especialmente vulnerables, no son ajenas a este mal endémico que emerge en el rellano de nuestras casas tejiendo una red clientelar que hipoteca muchas vidas. Desde conserjes, que obligan a fontaneros y electricistas a pagar la correspondiente mordida para poder acceder al edificio, hasta los presidentes y administradores, que adjudican obras, en connivencia con constructores y arquitectos, a cambio de comisiones muy altas a los proveedores, es fiel y triste reflejo de una sociedad en la que muchos ciudadanos despreocupados votan al corrupto porque es “su corrupto”. En las comunidades ocurre lo mismo, y muchos corruptos acuden a las juntas amparados con demasiadas representaciones de copropietarios indolentes que hacen imposible una votación democrática que redunde en beneficio del interés de los propios vecinos. Y cuando al administrador se le exige rendir cuentas, lo hace de una forma tan farragosa que no hay quien se aclare, iniciándose un intercambio de acusaciones que no conduce a nada. Y, por este oscurantismo, las subvenciones para obras quedan sin gestionarse porque la documentación que la administración de la comunidad debería aportar les dejaría en evidencia.
Advirtió el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos que “el poder de infección de la corrupción es más letal que el de las pestes”. Por eso, o acabamos con la corrupción o la corrupción destruirá nuestro modo de vida.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

martes, 7 de junio de 2016

La doble moral

La doble moral de algunos que sólo piensan en dinero
La doble moral de algunos que sólo piensan en dinero
Uno está ya hastiado de las prédicas moralizantes e indecentes de tanto intelectual orgánico que el tiempo termina desvelando como un golfo ejerciendo su rol en el sistema. Todos están cortados por el mismo patrón: elevados salarios, contratos blindados, múltiples prebendas… pero sólo predican bajada y contención salarial, abaratamiento de despidos, flexibilidad laboral, movilidad geográfica… Todo lo que ellos no aceptarían lo reclaman para los demás.
Una sugerencia, no mía sino de Demóstenes, orador y político ateniense: “Toda palabra es vana y vacía a menos que vaya acompañada de hechos”. Así que ya saben, antes de hablar, aplíquense sus propias recetas y a ver si logran sobrevivir con menos de 800 euros al mes y con la turbadora incertidumbre de si mañana serán despedidos.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

sábado, 4 de junio de 2016

La realidad fiscal española desvelada

España: fiscalidad injusta
Evidentemente, Hacienda sólo son algunos
Según datos del Eurostat, la presión fiscal en España es del 34,4 % del PIB, muy lejos de la media de la eurozona que es del 41,5 %. En nuestra vecina Francia, llega al 47,9 %.
Según cálculos, un español con un salario medio en torno a los 25.000 euros anuales, paga al erario, entre impuestos directos como el IRPF, e indirectos como el IVA, casi la mitad, el 49,8 % o, lo que es lo mismo, tiene que trabajar 182 días al año para hacer frente a sus deberes con Hacienda. Estos datos desvelan la injusta realidad de la presión impositiva española y se colige que si un sueldo medio contribuye muy por encima, más 15,5 puntos, de la presión fiscal media en nuestro país, es porque esta carga la soportan principalmente las rentas de trabajo, sobre todo las de clase media y baja. Las grandes fortunas y las grandes empresas parecen estar exentas y apenas tributan al Estado. Por eso se puede concluir, sin temor a caer en la demagogia, que la fiscalidad en España es palmariamente injusta y hay que lograr que aquellos que más rendimiento obtienen de la sociedad, colaboren a mantener el Estado con idénticas reglas de juego que los ciudadanos de a pie y así acercarnos a la media de la eurozona. Como resultado, los trabajadores pagarán menos y, los que hasta ahora cotizan nimiamente, deberán aportar más para equilibrar la balanza. Así, y sólo así, podremos argumentar que España es un país más justo.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

jueves, 2 de junio de 2016

Por una ciudadanía responsable

Diversión y responsabilidad cívica
Diversión y responsabilidad cívica no deben ser incompatibles
La vida no es fácil y, en consecuencia, no se debe desaprovechar la ocasión de divertirse en cuando se presente. Por eso resulta maravilloso que para celebrar la undécima del Real Madrid, decenas de miles de personas llenaran calles, plazas y un inmenso estadio, festejándolo en apasionado jolgorio. O cuando en 1995 los aficionados entendieron que el descenso administrativo a Segunda de sus equipos era una decisión injusta, y dos ciudades como Sevilla y Vigo se llenaron de protestas hasta revertir el veredicto. Sin embargo esa expresividad espontánea se torna en amargo desencanto cuando, en este mismo país, se recortan derechos laborales, libertades, gastos sanitarios, educativos, de dependencia, etc., cuestiones nada baladíes conquistadas con mucho sufrimiento y que hacen la vida más justa, o gravísimos casos de corrupción institucional, pero las avenidas y plazas no se abarrotan en igual medida. No cabe duda de que la individualista sociedad moderna es moldeada en gran medida por los políticos, que forjan ciudadanos indiferentes para que no les incomoden en sus turbios enredos. Y he aquí la piedra de toque: la indiferencia ciudadana es el peor de los males posibles para una democracia, porque la deteriora hasta ponerla en grave riesgo. Esperemos que los nuevos partidos, en un esfuerzo titánico por el bien y la pervivencia de la libertad democrática, reviertan esta perversa tendencia y sepan ilusionar a la gente formando ciudadanos responsables y comprometidos con lo cívico.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

miércoles, 1 de junio de 2016

Por qué Sánchez no pactó con Iglesias

Negros nubarrones sobre la sede del PSOE
Negros nubarrones
se ciernen sobre
Ferraz
Desde su legalización en febrero de 1977, se quiera reconocer o no, una derecha moderada se ha ido infiltrando en puestos clave del PSOE. Sólo basta recordar quién ha marcado la senda de enmiendas conservadoras que luego el PP ha rematado de manera brutal; y para muestra, un botón: recién llegado al poder en 1983, Felipe González crea las SICAV para que las grandes fortunas no paguen impuestos. En 1984, la reforma laboral de González abre la puerta a los empleos temporales. En 1991, González crea la hoja de ruta para la privatización de la Sanidad. En 2010, Zapatero facilita y abarata el despido. En 2011, Zapatero de la mano del PP, reforma la Constitución para el que el pago de la deuda pública tenga prioridad sobre las necesidades de la ciudadanía. Además, en 2012 incrementará la edad de jubilación.
Se vislumbra con facilidad como, pasito a pasito, esa derecha ha ido conquistando cargos orgánicos hasta atar de pies y manos al Secretario General. Actualmente su poder es tal que ha impedido a Pedro Sánchez pactar con Podemos para alcanzar la presidencia del país y lograr un auténtico cambio. En el hipotético caso de que Sánchez hubiese tenido el arrojo de desobedecer a esos barones y a la acomodada vieja guardia que en consonancia se ha ido escorando a la derecha, en su investidura se hubiera encontrado con un cisma en el que muchos de sus diputados le habrían negado el voto. Para evitar esta amarga circunstancia, que además le hubiese costado la cabeza, Sánchez optó por aliarse con Ciudadanos, formación conservadora respetada por la derecha reaccionaria del PSOE, mientras solicitaba a Podemos sus votos a cambio de nada.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Por otro lado, y después de muchos meses de muertes de inocentes, dejaciones y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás pensamos ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo. Incluso varias ONG como Médicos Sin Fronteras o ACNUR, han suspendido todas sus actividades en el centro de registro de refugiados por entender que se ha convertido en un ignominioso centro de detención.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria humana con su único esfuerzo” y el compromiso que mantiene con los derechos humanos es puro delirio.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!