domingo, 6 de septiembre de 2015

Refugiados y Unión Europea. Silencio cómplice

Desde 2009 es vinculante para los países integrantes de la Unión Europea el cumplimiento de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE que, en su artículo 18 sobre el Derecho de Asilo reza: “Se  garantiza  el  derecho  de  asilo  dentro  del  respeto  de  las  normas  de  la  Convención  de  Ginebra  de  28  de julio   de   1951   y   del   Protocolo   de   31   de   enero   de   1967   sobre   el   Estatuto   de   los   Refugiados   y   de conformidad  con  el  Tratado  constitutivo  de  la  Comunidad  Europea.”
Por tanto, ahora mismo, la mayoría de los gobiernos integrantes de este “mercado de mercaderes”, que no Europa, están perpetrando una clara dejación de funciones. Todos los países que no han seguido las normas establecidas en esta materia deberían ser expulsados por incumplimiento sistemático de la Carta. Sé que no se hará porque, como he dicho, esto es la Europa de los mercaderes y sus ciudadanos somos sólo mercancía para producir dinero. En este triste contexto ¿qué son los refugiados? Nada, absolutamente nada.
Mercado de mercaderes
Unión Europea, no. Mercado de mercaderes, sí.
Por eso y con abasoluta impunidad, el pasado jueves en Bruselas, resultó indignante escuchar al presidente húngaro Viktor Orbán sostener, ante relevantes dirigentes de la UE, a los que no se les cayó la cara de vergüenza, que su país tiene derecho a decidir el no querer un gran número de musulmanes en su territorio insistiendo, una vez más, en que “la única respuesta” posible a la crisis migratoria en Europa es reforzar las fronteras. Por mucho que la diplomacia deba ser respetada, este señor al manifestar lo dicho está incumpliendo la Carta Europea, con lo que pierde, al menos en Europa, cualquier legitimidad. Los dirigentes deberían haberle contestado y no permanecer callados.
Ya lo dijo bien claro el activista y Premio Nobel de la Paz de 1964, Martin Luther King: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos…”

viernes, 4 de septiembre de 2015

¡Excusas!, ¡más excusas! ¡Vergüenza!, ¡más vergüenza!

Acnur
Ayuda al refugiado (ACNUR). Más necesarios que nunca.
Las recientes excusas de nuestros gobernantes, los dirigentes del PP, en torno al problema de la inmigración llaman a la vergüenza y merecen que queden por escrito para que sus inmorales palabras no se las lleve el viento:
Ante la solicitud de la Comisión Europea para que nuestro país acogiera a 4.288 personas, el Gobierno del PP mantuvo que la cifra de acogidos estaría en torno a los 2.000, dado que la capacidad de auxilio española es limitada. Pocos días más tarde, ante Ángela Merkel, Rajoy se humilla, y reclama a la Comisión Europea que fije el reparto de refugiados teniendo en cuenta “la situación económica de cada país”, así como “el PIB y la tasa de paro”. Pero, ¿España no iba tan bien?
Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior, en unas declaraciones criticando el plan de cuotas de inmigración propuesto por la UE dijo que “en lugar de taponar esas goteras lo que hacemos es distribuir el agua que cae entre distintas habitaciones. Ese es el programa de reubicación”, también añadió que “nosotros no tenemos objeciones de fondo con el programa de reasentamiento y somos muy críticos con el programa de reubicación, porque va a generar un efecto llamada”. Más de lo mismo, siguen sin enterarse que en este problema no existe el “efecto llamada”, si no el “efecto desesperación”.
José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores también criticó los planes de Bruselas: “Comprometerte a integrar inmigrantes a los que no puedes dar trabajo es un mal servicio. El esfuerzo que hace España en controlar la inmigración desde Marruecos, Mauritania y Senegal es inmenso y repercute en toda la UE. Estamos controlando mucho mejor que otros”. De nuevo el eufemismo “controlar” por no decir concertinas, muros, gases lacrimógenos, sufrimiento, pelotas de gomas y… muertes.
A todo esto, el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, propone ahora crear un registro de inmigrantes irregulares para que reciban asistencia sanitaria (la que ellos arrebataron), algo que las ONG ven “sospechoso y discriminatorio”, porque “nadie da sus datos y señas para que le vayan a buscar y le deporten”.
Ahora el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se conmueve ante algo que se veía venir y, cuando fotos de niños muertos en el éxodo aparecen en los telediarios, se horripila y entiende que las imágenes del cadáver del niño sirio sobre la playa turca son “dramáticas y espeluznantes”. ¡A buenas horas, mangas verdes!
Pero no veamos en esta conmoción momentánea una brizna de esperanza. La dejación del deber de auxilio continuará y todo seguirá igual mientras en Europa, y en casa, se discute sobre si son galgos o podencos. Entretanto, la gente continúa muriendo, la gente continúa sufriendo.
En el fondo, la solución del problema es bien sencillo: Sólo tiene que preguntarse, también los ministros y presidentes de gobierno, ¿qué haría usted en idénticas circunstancias? La respuesta es obvia: probablemente lo mismo. Son personas que necesitan ayuda y nos la piden y, por tanto, merecen ser ayudadas y, si no queremos que vengan aquí, tenemos que lograr que no tengan ganas de salir de allí. Pero mientras no logremos que no quieran venir, hay que abrir las puertas. A lo mejor, el día de mañana, somos nosotros quienes les solicitamos ayuda.

jueves, 3 de septiembre de 2015

En memoria de Aylan Kurdi

Aylan Kurdi
El cuerpo sin vida del pequeño Aylan yace sobre la playa.
Han pasado 20 años y todo sigue igual… o mucho peor.
Hace dos décadas, por estas fechas, murieron 37 personas en un mercado de Sarajevo, entre ellas una criaturita de cuatro años que, en su corta vida, sólo había conocido la guerra. Ayer murieron Aylan Kurdi, un niño sirio de 3 años junto a su hermano de cinco, su madre y tres niños más. Ahora, el cuerpo de Aylan yace tirado en algún tanatorio de Turquía, frente a cuyas costas se ahogó cuando huía con su familia de un conflicto bélico. En su corta vida no conoció la paz, sino los horrores de la guerra y la indeferencia, en el mejor de los casos, de las autoridades de los países por los que cruzó durante su peregrinaje. No ha sido, ni será, la última víctima inocente de algo que, seguramente, ni él mismo alcanzaba a comprender: la aplastante lógica de la guerra. La guerra, por tanto la muerte, para él era la vida, el día a día, no había conocido otra cosa, salvo la constante huida en penosas condiciones. ¿Cómo imaginaría la paz una mente de tres años si jamás la había respirado? ¡Toda una vida, aunque breve eso sí, de guerra y éxodo! ¿Servirá para algo su inmolación? ¿Qué opinión merecerá a sus desgarrados familiares la comunidad internacional por no haber sido capaz de brindarles refugio, de actuar con efectividad en tanto tiempo? Si por fin se lograra el armisticio, ¡ojalá! ¿Qué paz encontrará su desconsolado padre, al que se ha privado de ver crecer a sus hijos y compartir la existencia con su mujer durante el resto de sus vidas? ¿Hasta dónde necesitamos que se destape la barbarie humana para que de una vez por todas se revuelvan nuestras acomodadas conciencias de avestruz?
Médicos sin frontera
Médicos sin fronteras, más necesarios que nunca.
Toda vida es sagrada, pero aún lo son más las de los inocentes y se debe hacer todo lo humanamente posible para que las mismas sean protegidas y respetadas. La foto de Aylan hoy abre todos los noticiarios y es triste portada en todos los periódicos. Una foto que jamás debería haberse disparado. Era algo que se veía venir, como están por venir nuevas tragedias similares porque, en esta vergonzante e indolente Europa, todo se mide en porcentaje de votos.
Estamos en el umbral del tercer milenio y mi alma rebosa angustia. Angustia por Aylan y por todos los que huyen, igual que lo haríamos nosotros en idénticas circunstancias. Sin importar la edad o el país de origen. Y también porque este primer mundo es cada día más despreocupadamente inhumano.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

¡El PP es una máquina!… de fabricar independentistas

PP e independentismo
El PP, fábrica de independentistas.
Tras el anuncio de la inoportuna y electoralista reforma del Tribunal Constitucional, con urgencia, por sorpresa y en solitario, el Partido Popular vuelve a cometer un grave error y la lía de nuevo. La Política, así con mayúsculas, es cuestión de diálogo y consenso, algo que al PP jamás se le ha dado bien, porque nunca ha asumido los principios de la democracia y sin embargo sí se ha distinguido por su carácter totalitario cuando gobierna en mayoría, que si no, es tolerante y sumiso.
Cada vez que hablan de Cataluña es para meter la pata. Baste recordar los argumentos de Carlos Floriano, Jefe de Campaña del PP, cuando el pasado febrero llamó al partido de Albert Rivera, ya por entonces Ciudadanos, “Siudatans”, haciendo ver que simplemente es un partido de ámbito catalán, dejando claro que no tiene cabida en España por ser de Cataluña, como si Cataluña no formara parte de España o la cuna de origen del candidato fuera relevante. Por esas mismas fechas, Antonio Sanz, presidente del PP de Cádiz y delegado del Gobierno en Andalucía, pidió tener “cuidado” con dicha formación política, para continuar afirmando que no desea que Andalucía se gobierne desde Cataluña por un partido que se llama “Ciutadans y su presidente, Albert”.
Recordemos, también, cuando el ministro de Educación, el peor valorado de un gobierno mal valorado, José Ignacio Wert, dijo que su interés era “españolizar a los niños catalanes”.
Continuemos recordando: En 2006, cuando los catalanes votaron “Sí” al nuevo Estatuto de Cataluña, el Partido Popular lo recurrió ante el Tribunal Constitucional, donde la mayoría de sus miembros son afines al PP, a la vez que sostenían que “España se rompe”. O cuando en 2010 se prohibieron en Cataluña las corridas de toros y los espectáculos con animales, y el presidente del Gobierno Mariano Rajoy dijo estar estudiando “como revocar la prohibición de los toros en Cataluña”. ¡Viva la diversión con sufrimiento animal!
Del otro lado, ni que decir tiene que Artur Mas lo esta haciendo fatal, y, probablemente, monta este espectáculo de la independencia para que no se hable de la pésima gestión de su gobierno, ni de los recortes en sanidad o educación, ni del paro, ni de los escándalos de corrupción que le cercan, pero es que Rajoy no le anda a la zaga, por eso, esta forma de hacer política se asemeja a una confrontación de dos gorilas en celo despidiendo testosterona y metidos en la misma jaula.
Con declaraciones como estas, y otras muchas que se me escapan, hasta a mí, que me considero ciudadano del Universo, me dan ganas de enarbolar la bandera del independentismo… pero, resistiré.
¡Ah!, y otra cosa, por favor: cuanto antes el referéndum. Cada día que pasa cientos de nuevos independentistas salen de las fábricas del PP
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martes, 1 de septiembre de 2015

De negocios y otras historias

El autobús serpenteaba por la carretera mientras descendía de la montaña. En su interior unos pasajeros conversaban en informal charla:
—¡Qué!, ¿vas a ver a la novia? —le dijo el vendedor de lotería al emigrante magrebí que tenía sentado delante de él.
—No, yo no “tenir” novia —le respondió éste con acento inconfundible—. Es “mu” difícil “par” mí “tenir” novia...
—¿Por qué? Yo te considero un ciudadano como otro cualquiera.
—No, yo no ciudadano como “espaniol cuarquiera”. Yo marroquí.
—¡Y qué más da! Para mí, ni marroquí ni nada. Como si eres del Congo Belga. Como los demás. Tú vives aquí en España y eres como cualquier otro. Y si te quieres echar novia, ¿por qué no? Mira a Sebastián—continuó señalando al viajero que se sentaba a su derecha—. Ahí lo tienes. ¿No se va a casar con una extranjera? Pues tú, lo mismo. Tú, que eres extranjero, te casas con una española.
—No, sino lo digo por eso. Para mí, una mujer “tenir” que ser algo “mu” bueno, “mu” lindo, “mu espesial”.
—Qué “jodio”. Y qué, ¿vas a Villalba? —continuó el lotero con evidentes ganas de conversar, todo lo contrario que su interlocutor.
—No, a Villalba no. Ahora trabajo en Los Molinos.
—¡En Los Molinos!... Allí unos paisanos tuyos me timaron veinte mil pesetas... A lo mejor, hasta tú los conoces.
—No, yo no “conosco” a nadie —dijo el marroquí un tanto inquieto.
—Anda que como les agarre, menuda paliza iba a darles. Los iba a moler. Pues no me estafaron veinte mil pesetas con unos billetes falsos…
—¿Qué pasó? —terció otro norteafricano en la conversación que había ido siguiendo con poco disimulo pero con evidente interés—. ¿No “vistes” que el dinero era malo?
—No, si no fue con dinero falso. Me estafaron con unos billetes de lotería trucados. Les pagué la terminación de dos cifras del gordo y cuando fui a cobrar, los metieron por la máquina y cantaron. ¡Ay, como los coja! Les voy a dar una paliza por engañarme de aquella manera.
—Tú si que “enganiar”, que “vendir” lotería que no toca —volvió a terciar el marroquí.
—Ése es otro cantar —se justificó el lotero, con evidente malestar y sorpresa—. Y, mírale cómo defiende a sus paisanos. Él, que parecía tan calladito cuando llegó aquí, cómo ha espabilado.
Billete de lotería
Billete de lotería

jueves, 27 de agosto de 2015

¿Por qué el indulto, tan tardío, a la abuela Josefa?

Muchas personas nos hemos hecho esta pregunta, y la única explicación plausible para tamaño despropósito es, aparentemente, por electoralismo.
¿Qué explicación tiene, si no, que esta mujer haya ingresado en la cárcel?

Josefa Hernández
Josefa Hernández nunca debería haber ingresado en prisión
Muy sencillo: si se concede el indulto en el momento en el que se tenía que haber concedido, este hecho hubiera pasado desapercibido, no teniendo el recorrido mediático que ha tenido. Sin embargo, dejando pasar el tiempo, esta noticia ha ido calando en la sociedad que ha interpretado estar presenciando, una vez más, el doble rasero de medir de la justicia. La indignación ha ido creciendo y al permitir que se produzca el ingreso en prisión, a costa del disgusto y sufrimiento de familiares y amigos del entorno de la condenada, y una vez que el asunto está en boca de todos, Mariano Rajoy se apunta lo que él piensa que es un maravilloso tanto y, en los pasillos del Congreso de los Diputados, ante los atónitos ojos de los periodistas, que lo ven más accesible que nunca, anuncia que ellos en el gobierno sí se preocupan por los ciudadanos cuando se producen situaciones injustas e informa que, en el próximo Consejo de Ministros, concederá el indulto a Josefa.
¡Qué pena que, para lograr un puñado de votos, Josefa y su familia lo hayan tenido que pasar tan mal!

viernes, 21 de agosto de 2015

Flujos migratorios

Dejemos las cosas claras: salvo excepciones, nadie abandona su país, arriesgando su vida y dejando atrás toda su existencia si en la tierra que le tocó nacer encuentra oportunidades para poder vivir con un mínimo de dignidad. La gente que se marcha es víctima, y lo hace huyendo de múltiples formas de miseria: conflictos bélicos, hambrunas, pobreza, discriminación racial, persecución política, pandemias, futuro desolador… Por eso, los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos y que presenciamos a diario desde finales del pasado siglo, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria”. Y sean cuáles sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay nada más que perder.
¿Qué se puede hacer? La solución es bien sencilla, pero nuestros gobernantes miran para otro lado para no perder votos en las urnas, y piensan que para ganarlos sólo tienen levantar infamantes hileras de alambradas con concertinas, erigir muros de ladrillo, establecer campamentos de refugiados (que no son más que un eufemismo de campos de concentración, donde mayores y niños malviven en unas condiciones deplorables) o enviar policías e incluso soldados para cerrar el paso a la angustia. Si no queremos que esta masa desesperada, que pone su vida en peligro para huir, llegue a nuestros territorios, logremos que no sienta deseo de partir de sus países de origen. ¿Cómo? La respuesta también es obvia: con dinero y actuado donde radica el problema. Exceptuando la muerte, no conozco nada que el dinero no solucione o palie. Y si se decide no poner ningún remedio ¿quiénes somos nosotros para impedir el libre movimiento de alguien que hace lo mismo que haríamos nosotros en idénticas circunstancias? ¿Por qué alguien que ve cómo su hijo se muere de hambre, mientras en el país vecino eso no ocurre, no puede cruzar la frontera? ¿Por qué alguien que ha nacido al otro lado de una raya imaginaria no tiene derecho a cruzarla? ¡Ah!, pero eso sí, si el que pretende cruzar tiene poder o mucho dinero, no hay problema.
barca
En esto llegan a cruzar los mares