Como todos los avances, los algoritmos son un peligro en malas manos |
Los algoritmos, conjuntos de instrucciones de programas informáticos, escrutan incontables datos. Cada vez más extendidos, con nuestro permiso concedido de forma impuesta al visitar una página web y clicar «aceptar» o al firmar un contrato, indagan nuestras vidas. Analizando nuestros gustos, destapan nuestras pasiones; estudiando dónde se posan nuestros ojos en la pantalla, desvelan nuestras opiniones; examinando nuestras compras, conocen nuestros gustos y ocio, y observando las noticias que leemos, saben que nos conmueve.
El algoritmo, con esta subrepticia injerencia en asuntos que nos atañen, se convierte en rey Midas transformando tan sensible información hurtada, en oro que vende al mejor postor. Estos la usarán para discriminar a los más pobres negándoles un crédito, decidir qué noticia o falsedad aparece en el primer puesto del navegador, cambiar la forma de hacer publicidad con compras personalizadas o influir, manipulando mentes, en decisiones de voto que tumbarán gobiernos.
El algoritmo, con esta subrepticia injerencia en asuntos que nos atañen, se convierte en rey Midas transformando tan sensible información hurtada, en oro que vende al mejor postor. Estos la usarán para discriminar a los más pobres negándoles un crédito, decidir qué noticia o falsedad aparece en el primer puesto del navegador, cambiar la forma de hacer publicidad con compras personalizadas o influir, manipulando mentes, en decisiones de voto que tumbarán gobiernos.
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