jueves, 29 de octubre de 2020

Feijoo y la corrupción del lenguaje

 

Feijoo prostituye el lenguaje cambiando del nombre de las cosas
Hay que llamar las cosas por su nombre
Proclama Feijoo que utilizar la figura del estado de alarma, pudiendo «hacer lo mismo con legislación sanitaria», es «demoledor» porque «se carga el consumo». Espere, a ver si lo entiendo. ¿Admite que la medida es aceptable, pero afirma que hay que llamarla de otra manera, aunque también machaque el consumo? O sea, ¿mete más ruido en medio de la pandemia por una nimiedad? Me trae a la memoria las protestas del PP por el matrimonio homosexual. Decía Rajoy que no se trataba de que no les gustara –aunque evidentemente les chirriaba–, es que se le «podía poner otro nombre para hacer la misma ley». ¿Pretende «hacer lo mismo» cambiando de nombre y así menguar la capacidad crítica de la sociedad?
Somos adultos capaces de discernir y como adultos merecemos ser tratados. La lengua es primordial para comunicar. Si se prostituye edulcorándola para llamar de otra forma lo que no nos gusta, se termina institucionalizando la mentira, tal como ocurría con la “neolengua” en 1984 de George Orwell.

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