El Parque de Doñana en grave peligro por la inacción del Gobierno |
Cuando en 1994 la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad al Parque de Doñana, la mayoría de españoles pensábamos que todas las amenazas que se cernían sobre él se habían conjurado. Sorpresivamente hoy, por haber perdido el 80 % de su agua natural debido a la grave presión de la industria, la agricultura intensiva, los pozos ilegales y la contaminación minera, como es la reapertura de Aznalcóllar, nos enteramos de que la Unesco está a punto incluirlo en la lista de sitios Patrimonio de la Humanidad en peligro, algo absolutamente inusual para un país europeo. Ya, como advertencia, algunas especies animales han desaparecido de la reserva.
Aunque el Supremo prohibiera en 2015 el plan de dragar el río Guadalquivir para permitir el acceso a buques de carga y cruceros al puerto de Sevilla, el Gobierno persiste en ello y, por toda la desidia en este asunto, la Comisión Europea abrió un procedimiento de infracción a España que podría terminar en la corte europea.
Nuestro Gobierno debe actuar con urgencia y dejar de mirar para otro lado. Y por ser Patrimonio de la Humanidad, Doñana debe ser protegido con mayor ahínco y desvelo si cabe.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha alcanzado las más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!
Aunque el Supremo prohibiera en 2015 el plan de dragar el río Guadalquivir para permitir el acceso a buques de carga y cruceros al puerto de Sevilla, el Gobierno persiste en ello y, por toda la desidia en este asunto, la Comisión Europea abrió un procedimiento de infracción a España que podría terminar en la corte europea.
Nuestro Gobierno debe actuar con urgencia y dejar de mirar para otro lado. Y por ser Patrimonio de la Humanidad, Doñana debe ser protegido con mayor ahínco y desvelo si cabe.
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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha alcanzado las más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!