Acabemos con las desigualdades |
Si la humanidad aspira a la paz y a la felicidad, el camino es la justicia social que erradica la pobreza con empleos bien pagados, redistribuye decentemente la renta para garantizar la igualdad de oportunidades, combate la discriminación al diferente por cualquier motivo o condición personal o social, blinda derechos y protege la libertad. Y como la meta final de la justicia social está muy por encima de la legal, será esta la que deba orientarse mediante leyes que logren tan nobles objetivos.
La Declaración Universal de Derechos Humanos gira en torno a este ideal solidario, justo y ético. Pero ahora, con la expansión del neoliberalismo que persigue la individualidad despiadada donde cada uno se saque las castañas del fuego como pueda, surge un impedimento egoísta que es contrario a la consecución de este fin, obviando las dificultades que tienen quienes nacen en la pobreza y están condenados desde la cuna a no escapar de las garras de la miseria.
Derribemos las barreras excluyentes.