jueves, 11 de febrero de 2021

Un año de pesadilla

 

La demolición de la sanidad pública por parte del Partido Popular, me hace sentir desamparado
La demolición de la sanidad pública por parte del Partido Popular, me hace sentir desamparado
Aterradora pandemia. Amargura, dolor de muertes. Angustia, pesadilla de contagios. Sanidad en coma, aplausos solidarios. Hartazgo de irresponsables, desdén a caraduras. Hastío de olas en emocional mar arbolado. Zarpazo al empleo, llanto de parados. Distanciamiento social, denso vacío. Heladora soledad ardiente. Melancolía de besos y abrazos postergados. Desgarro de amores no inflamados. Ojos rebosantes de abismal aflicción. Sonrisas enmascaradas. Desgarro de mis entrañas…
Además, al acelerar la derecha la demolición calculada de la sanidad pública para beneficio de la privada, me siento –impotente desesperanza, desamparo del alma– como el personaje del chascarrillo que cuelga a gran altura de la pared de un precipicio con el tenebroso abismo a sus pies, clamando auxilio. A sus lamentaciones responde una voz que dice ser su ángel de la guarda –léase sanidad de Ayuso– conminándole a que se deje caer sin miedo que lo recogerá con suavidad. Alarmado, grita: “¡Ya!, pero… ¿hay alguien más?”.

domingo, 7 de febrero de 2021

¿Por qué no es del pasado?

 

La forma que tiene el Partido Popular de "condenar" su corrupción, fomenta la corrupción
La forma que tiene el Partido Popular de "condenar" su corrupción, fomenta la corrupción
No lo es, sencillamente, porque Casado y García Egea, en su huida hacia adelante han calcado el modo de actuar de sus predecesores al volver a sembrar dudas en las instituciones –algo grave, Trump hizo lo mismo– y a insistir en que son «los perjudicados» de tan lamentable asunto al «dar pábulo a un señor condenado por haber robado al PP».
¡Cuantísima desfachatez! El principal perjudicado es el ciudadano, al que han hurtado servicios e infraestructuras para enriquecer a empresarios amiguetes, familiares y al partido. Nadie está libre de tener garbanzos negros, pero es inadmisible su tibieza y permisividad para luchar contra una corrupción que en el Partido Popular se ha desvelado sistémica. Así la fomentan. Lo que deberían hacer es reconocer los hechos, pedir perdón, devolver lo afanado y expulsar a inductores, actores, consentidores y conocedores. De lo contrario lo pasarán mal, porque este 2021 será, por sus condenables acciones, judicialmente duro para ustedes.
Asúmanlo y… ¡refúndense!

viernes, 5 de febrero de 2021

Bárcenas cantó

 

La corrupción forma parte de la historia del PP. Si no les gusta, ¡refúndense!
La corrupción forma parte de la historia del PP. Si no les gusta, ¡refúndense!
Y nos desveló quien era el enigmático M. Rajoy.
Para que no digan que es pasado, recordemos la reciente y actual forma de conducirse en este asunto: desoír denuncias internas, salir en tromba a apoyar a los corruptos y anunciar conspiraciones, destruir pruebas, recusar jueces, anular procesos, recurrir fianzas, obstruir como acusación particular, silencio a las preguntas de la Fiscalía, responder “no recuerdo” al juez, impedir la renovación del CGPJ, gripar los engranajes de la justicia, utilizar los aparatos del Estado para volatizar indicios y, anteayer Egea sembró dudas sobre la independencia judicial.
Miserable y depravada instrumentalización de las instituciones para perpetuarse.
Y aunque Casado –en la ejecutiva cuando tan desoladoras fechorías acontecían–, enmudezca, Bárcenas es actualidad, no es pasado; porque el pasado, como decía Faulkner, «nunca muere y ni siquiera es pasado». El pasado construye el presente, o ¿los dirigentes actuales no se forjaron en aquel pasado y continúan siendo tibios con la corrupción?
Es la historia del PP. Si no les gusta, ¡refúndense!

jueves, 4 de febrero de 2021

¡Pusilánimes!

 

Dejación de funciones en la que Ayuso y Aguado, tanto monta, monta tanto...
Dejación de funciones en la que Ayuso y Aguado, tanto monta, monta tanto...
Haciendo alarde de dejación de funciones, los laxos (ir)responsables de la pandemia en la Comunidad Madrid mantienen «no querer adoptar más medidas» porque es «el Gobierno de España el que tiene que tomar cartas en el asunto». A pesar de la impopularidad, otras comunidades más sensatas, gobernadas o no por el PP, velan por la salud colectiva. Si Ayuso y Aguado dejasen de usar a los ciudadanos para polarizar y confrontar con el Gobierno central, podrían exprimir durante más horas el toque de queda, obligar a usar mascarillas cubriendo nariz y boca en todo momento –incluso haciendo deporte en la vía pública–, no fumar en calle ni terrazas, cerrar los comercios no esenciales, confinar en serio, limitar reuniones… Verán como con el cumplimiento estricto de estas medidas, la pandemia se controla. Solo deben abandonar su arriesgada y pusilánime laxitud para decretarlo… y dejar de mentir que, comunidades mucho más estrictas, tienen mejores datos económicos, sanitarios y de empleo que Madrid.

lunes, 1 de febrero de 2021

Cuando la cabra tira al monte...

 

En cuanto rascas un poco, en el PP aparece el clasismo, el machismo, el franquismo...
En cuanto rascas un poco, en el PP aparece el clasismo, el machismo, el franquismo...
Grosso modo, el protocolo de vacunación establece prioridades: primero residentes en geriátricos y empleados, luego grupos de riesgo y trabajadores esenciales para finalizar con el resto, de mayor a menor edad. Por eso, cuando alcaldes, obispos, sindicalistas, jefes del ejército, consejeros, fiscales, políticos… se vacunan a hurtadillas, es porque saben estar incurriendo en una ilicitud.
Como el protocolo quedó establecido con consenso y es cristalino, no entiendo a qué viene ahora la declaración del alcalde/portavoz del PP Martínez-Almeida defendiendo vacunar primero a los irreemplazables que –¡oh, sorpresa!-, son los dirigentes políticos y altos cargos y no los trabajadores imprescindibles para que el país funcione durante la pandemia. ¿Para exculpar a militares y clero? ¿O porque añora el vetusto clasismo de los años grises en que no todos éramos iguales y había clases y clases?
Si ha de cambiarse el protocolo, cámbiese; pero entretanto, ni lo conculquen, ni lo justifiquen.

sábado, 30 de enero de 2021

2.084 euros al día

 

Isabel Díaz Ayuso lleva a cabo una demolición planificada de lo público
Isabel Díaz Ayuso lleva a cabo una demolición planificada de lo público
En su avidez privatizadora para demoler lo público, Madrid ya entrega medio presupuesto sanitario a manos privadas. Ahora, este laboratorio neoliberal ha emitido una orden para derivar enfermos de covid-19 a centros privados por el “módico” importe de 734 euros diarios si el paciente ingresa en planta, y 2.084 euros al día si lo hace en UCI. Como la estancia media en UCI de esta enfermedad se tasa en 21 días, el lucro es multimillonario: 43.764 euros. Solo con 23 ingresos se llevarán más de un millón. ¿Cuánto gana usted al año?
Pésima gestión y privatización, en este asunto, van de la mano. La estrategia de brazos cruzados, ¿es para que el negocio no decline? ¿No les parece un escándalo? ¿Para qué se edificó el Zendal entregando dinero público a las constructoras? ¿No hubiese sido mejor abrir las plantas cerradas con UCI contratando personal para fortalecer el sistema?
Siento indignación viendo cómo ese dineral destinado frívolamente a la privada daría para mejorar el doble la pública.

jueves, 28 de enero de 2021

Invisibles

 

Son los olvidados de la sociedad. Pocos reparan en ellos
Son los olvidados de la sociedad. Pocos reparan en ellos
En la confluencia de la avenida Complutense con la calle de José Antonio Novais, en la madrileña Ciudad Universitaria, hay un semáforo. Desde hace años allí puede verse a un mendigo –un ser humano– limosnear a los conductores que se detienen en la luz roja. Fines de semana y festivos, haga frío o calor, cuando paseo con mis perros, allí está. Nos saludamos y a veces tratamos de intercambiar algunas palabras; pero, al ser un marginado de la sociedad y a pesar del tiempo que lleva en nuestro país, es tarea peliaguda.
Tristemente, mis perros murieron, pero en mis paseos continúo atravesando ese cruce. Desde hace tres semanas, y coincidiendo con la escalada de la pandemia, además de a mis fieles compañeros, también noto el vacío que ha dejado.
¿Alguien más, de los habituales que por allí transitamos, habrá reparado en su ausencia? Y si lo han hecho, ¿habrán sentido alivio al quitarse de encima una realidad incómoda?
Probablemente faltarán más. Son los invisibles, los olvidados de la sociedad.