La demolición de la sanidad pública por parte del Partido Popular, me hace sentir desamparado |
Aterradora pandemia. Amargura, dolor de muertes. Angustia, pesadilla de contagios. Sanidad en coma, aplausos solidarios. Hartazgo de irresponsables, desdén a caraduras. Hastío de olas en emocional mar arbolado. Zarpazo al empleo, llanto de parados. Distanciamiento social, denso vacío. Heladora soledad ardiente. Melancolía de besos y abrazos postergados. Desgarro de amores no inflamados. Ojos rebosantes de abismal aflicción. Sonrisas enmascaradas. Desgarro de mis entrañas…
Además, al acelerar la derecha la demolición calculada de la sanidad pública para beneficio de la privada, me siento –impotente desesperanza, desamparo del alma– como el personaje del chascarrillo que cuelga a gran altura de la pared de un precipicio con el tenebroso abismo a sus pies, clamando auxilio. A sus lamentaciones responde una voz que dice ser su ángel de la guarda –léase sanidad de Ayuso– conminándole a que se deje caer sin miedo que lo recogerá con suavidad. Alarmado, grita: “¡Ya!, pero… ¿hay alguien más?”.
Además, al acelerar la derecha la demolición calculada de la sanidad pública para beneficio de la privada, me siento –impotente desesperanza, desamparo del alma– como el personaje del chascarrillo que cuelga a gran altura de la pared de un precipicio con el tenebroso abismo a sus pies, clamando auxilio. A sus lamentaciones responde una voz que dice ser su ángel de la guarda –léase sanidad de Ayuso– conminándole a que se deje caer sin miedo que lo recogerá con suavidad. Alarmado, grita: “¡Ya!, pero… ¿hay alguien más?”.