Estaba cantado que, tras el triunfo de Feijóo en Galicia y su fracasado envite en el País Vasco, Casado estaría sujeto a presiones internas que le obligarían a entregar un cabeza de turco para aplacar críticas. Así, ha caído Cayetana, otra apuesta personal en su indeciso itinerario.
Desde que Casado tomó las riendas del Partido Popular, la formación no ha hecho más que dar infinitos bandazos de ida y vuelta, desde la derecha más casposa a la más canónica.
Con el previsto cese y los nuevos nombramientos, un debilitado Casado exhibe sin quererlo las vergüenzas de su propia debacle. Sin embargo, para algunos analistas inicia un giro al centro. Y yo les digo que será otro viraje fingido más de los incontables que, en 40 años, desde tiempos de la Alianza Popular de Manuel Fraga, pasando por los de Aznar y Rajoy, lleva el PP sin alcanzar esa tierra prometida. Y no por nada; sencillamente porque no le da la gana. El PP es de derechas y lo seguirá siendo. Así que no nos traten de vender la moto.