A este ritmo de consumo, la Tierra será cadáver en poco tiempo |
¿Consumimos responsablemente? ¿Somos capaces de prescindir del coche y usar el transporte público, de dar más uso a la ropa, de pasar de modas y dejar de comprar lo que no necesitamos, de tirar comida o de dejar de fumar? ¿Se aprueban leyes para cambiar el modelo económico? Quienes deberían hacerlo ¿se atreven a enfrentarse a los grandes lobbies para invertir esta tendencia suicida restringiendo cuanto sea menester para satisfacer de manera sensata nuestras necesidades con energías limpias sin comprometer la vida de las generaciones venideras?
Sin duda, adoptar medidas juiciosas tendría un coste económico elevado, pero el de la inacción es infinito. Si hay cambios, de cara al futuro se abrirían grandes oportunidades de negocio para un desarrollo sostenible con la creación de nuevos puestos de trabajo. Pero para que no paguen los de siempre la necesaria reconversión energética, la financiación debería venir de las grandes fortunas y empresas, que sin duda son las que más han esquilmado el planeta, vía impuestos, tal y como hacemos el resto de mortales, y no la pequeña carga impositiva testimonial que soportan en la actualidad.
Si continuamos con los ojos cerrados para sostener esta alocada economía, seguiremos acrecentando el enriquecimiento de unos pocos para mantener en el poder a unos políticos, en su mayoría, ineptos y cobardes a costa de no detener la depredación y hacer de La Tierra un planeta enfermo.
¿Quién no tiene hijos, sobrinos, nietos o amigos? ¿Cuál será nuestro legado a nuestros descendientes? ¿Qué dirán de nosotros el día de mañana, si es hay un mañana para los humanos? Aunque no lo hagamos por nosotros, hagámoslo por ellos. Ya no se trata de salvar al planeta, que de una manera u otra continuará, sino de salvar a los más inocentes e indefensos: la infancia.
Sin duda, adoptar medidas juiciosas tendría un coste económico elevado, pero el de la inacción es infinito. Si hay cambios, de cara al futuro se abrirían grandes oportunidades de negocio para un desarrollo sostenible con la creación de nuevos puestos de trabajo. Pero para que no paguen los de siempre la necesaria reconversión energética, la financiación debería venir de las grandes fortunas y empresas, que sin duda son las que más han esquilmado el planeta, vía impuestos, tal y como hacemos el resto de mortales, y no la pequeña carga impositiva testimonial que soportan en la actualidad.
Si continuamos con los ojos cerrados para sostener esta alocada economía, seguiremos acrecentando el enriquecimiento de unos pocos para mantener en el poder a unos políticos, en su mayoría, ineptos y cobardes a costa de no detener la depredación y hacer de La Tierra un planeta enfermo.
¿Quién no tiene hijos, sobrinos, nietos o amigos? ¿Cuál será nuestro legado a nuestros descendientes? ¿Qué dirán de nosotros el día de mañana, si es hay un mañana para los humanos? Aunque no lo hagamos por nosotros, hagámoslo por ellos. Ya no se trata de salvar al planeta, que de una manera u otra continuará, sino de salvar a los más inocentes e indefensos: la infancia.