jueves, 25 de abril de 2019

El programa de la derecha: regreso al pasado

La programación de la derecha supone, de facto, la vuelta a épocas pretéritas
La programación de la derecha supone, de facto, la vuelta a épocas pretéritas
Sus programas traen toros a la televisión pública; arrebatar dinero a la educación y trasvasarlo a la privada impulsando la educación concertada; bajadas masivas de impuestos –sobre todo a ricos y grandes empresas– callando lo que tendrán que recortar; cuidados paliativos, rechazando la eutanasia; aparcar la Ley de Memoria Histórica –«paso fundamental hacia la realización del derecho a la verdad de todas las víctimas de graves violaciones de derechos humanos», según la ONU–; volver a la ley del aborto de 1985 –«la del consenso» tergiversan porque votaron en contra–; fomentar los planes de pensiones privados –sin garantizar su cobro– para finiquitar nuestro actual sistema; detraer dinero de la sanidad pública y regalarlo a la privada impulsando la concertada, fomentar el ahorro con desgravaciones fiscales que favorecen a los más pudientes, armas para la «gente de bien»…
En definitiva, sus proyectos ofrecen involución, más involución y, por si aún no queda claro, más involución.

martes, 23 de abril de 2019

¿Todos son iguales?

Infórmense: no todos son iguales, ni mucho menos
Infórmense: no todos son iguales, ni mucho menos
Cuando se expresa –sin razonar– la desmotivadora frase de «todos son iguales», se está insinuando que dará igual quién salga de las urnas favoreciendo la abstención y el voto tradicional que beneficiará a los de siempre. Así se corroen las instituciones.
No. Hay que tener claro quién es el antagonista de las clases media y baja, porque si no, gobernará para beneficio de la clase alta. Existen hechos sobradamente esclarecedores: si se sube el IVA, se sube el impuesto más injusto que existe porque afecta a todos por igual. Si se recortan los tramos del IRPF y se rebaja el tramo más alto, se está siendo injusto porque se beneficia a la clase alta y perjudica a la media y la baja –cuantos menos tramos tenga este impuesto, más injusto será–. Si se recorta en educación, sanidad y cultura, se está denegando el acceso de los más desfavorecidos a necesidades básicas. Si se privatiza lo que es de todos, se está favoreciendo a las élites. Si se ejecutan reformas laborales a favor del empresario, se está desamparando a la parte más débil. Si se es corrupto, se está robando el dinero destinado a hospitales, colegios, pensiones... y si, además, se consiente esta plaga, se alienta futuras corruptelas. Si se hacen leyes para beneficiar a los ricos que defraudan y no han cumplido con sus obligaciones tributarias, se está burlando de la inmensa mayoría de ciudadanos que paga puntualmente sus impuestos.
Así que no, definitivamente no todos son iguales... ni mucho menos. Identifiquemos el peligro y, en consecuencia, votemos.

domingo, 21 de abril de 2019

El desencanto de la política

El pestilente albañal en que la derecha convierte la política busca la desafección ciudadanan
El pestilente albañal en que la derecha convierte la política busca la desafección ciudadanan
Convertir la política en una pestilente sentina es la estrategia de aquellos que anhelan la apatía ciudadana. Cuando consiguen que una parte considerable de la población manifieste que «todos son iguales», se están despejando el camino para hacer lo que les place logrando que la gente  se desentienda y vote alejada de lo que en realidad ocurre.
Para lograr este hartazgo, llenan la vida de elevado ruido difundiendo manipulaciones burdas y mentiras que silencia lo importante: trabajo, pensiones, educación, sanidad, impuestos... y, todo ello, lo rebozan de insultos y descalificaciones de cualquier género.
En esta política de baja trinchera y nauseabundo albañal, cada vez que un ciudadano se desencanta de las instituciones, el ala derecha del arco parlamentario logra su pequeña victoria y es feliz.

jueves, 18 de abril de 2019

La política en los tiempos de las fake news

Los electores no deberían tener piedad con la normalización de la mentira o el insulto
Los electores no deberían tener piedad con la normalización de la mentira o el insulto
Cuando algunos políticos comparecen públicamente, se constata la mediocridad de su discurso lleno de patrañas provocadoras o directamente despreciables. No sé si es por ineptitud, incontinencia verbal o que con sus ocurrencias, anhelan ser portada; y aunque el sentido común dicte prudencia, cuando disertan en mítines o ante los medios, se vienen arriba y el desenfreno verbal, la falsedad, o la temeridad, se apodera de ellos para responder a todo con absoluto desparpajo a sabiendas de que mienten. Y si luego les sacan los colores, si es que rectifican, lo hacen a medias y de aquella manera. Ni un rictus de disgusto. Ni un perdón. Y, así, nos juntamos con declaraciones inconcebibles que van desde neandertales a infanticidios legales, pasando por bajadas de impuestos que generan «recaudaciones revolucionarias» u ocurrencias de hacer personas a «concebidos no nacidos». Lo peor, insultos indignos de quien pretende gobernar.
La manipulación de la realidad se ha convertido en arma de destrucción masiva de la política. El electorado no debería tener piedad con la normalización de la mentira o el insulto. Una pena.

martes, 16 de abril de 2019

El tridente ultraliberal

Cuando la derecha ficha a los gurús económicos Lacalle, De Quintos y Manso, nos envía un claro mensaje, por lo conocido de sus propuestas, de la hoja de ruta que sus formaciones seguirán para, prietas las filas, acaudillar a España hacia el liberalismo más salvaje.
En la receta, ingredientes tan preocupantes como acabar con la progresividad impositiva y privatizar nuestros sistemas públicos de educación, sanidad y pensiones. Según ellos –unos lo manifiestan directamente y otros lo silencian ladinamente–, los ricos sufren discriminación por la progresividad de los impuestos. Imagino que las grandes empresas –que casi no contribuyen–, también.
Así que mucha prudencia a la hora de votar: el tridente está muy afilado y se hinca en el más profundo pilar de nuestro estado de bienestar desangrando el principio de justicia social.
¡Esto sí que es dañino de verdad!

domingo, 14 de abril de 2019

Vox: inquietante generalato

¿Qué ocurriría en Alemania si unos generales hubieran firmado un manifisto a favor de Hitler?
¿Qué ocurriría en Alemania si unos generales hubieran firmado un manifisto a favor de Hitler?
Vox lleva cuatro generales en sus listas. Es legítimo pero, como firmantes que son de un manifiesto en defensa del honor del dictador Franco, su ideario me resulta turbador.
Me pregunto qué honor puede tener quien dio un golpe de estado contra un gobierno democrático; quien fue responsable de la muerte de cientos de miles de personas de ambos bandos; quien por medio del terror silenció cualquier tipo de disidencia; quien después de la guerra prolongó 36 años la represión; quien no respetó los Derechos Humanos; quien anuló a las mujeres y quien solo consiguió paz cementerial.
¿Aspiramos a un parlamento con militares añorantes de un pasado involucionista? ¿Qué pasaría en Alemania si alguien hubiera firmado una declaración similar? Estos soldados dañan la imagen de un ejército moderno. A ellos se unen toreros. Seguro que en breve ficharán obispos reaccionarios para tener el paquete completo de la resurrección de la España retrógrada del blanco y negro.

jueves, 11 de abril de 2019

Voto (in)útil

Para un reparto más equitativo hay que reformar la Ley Electoral y la Constitución
Para un reparto más equitativo hay que reformar la Ley Electoral y la Constitución
Abogan todos los partidos que, para no tirar el voto a la basura, les votemos a ellos. Voto útil lo llaman.
Bien, si todos coinciden en que hay votos que no valen nada, deberían haber pactado para reformar la Constitución y la Ley Electoral, que son las que logran que cientos de miles de votos acaben en la papelera, retorciendo perniciosamente la proporcionalidad en la que el sistema D’Hondt solo ayuda a repartir fracciones de escaño. No es culpable.
La culpa es de la circunscripción electoral: la provincia. Salvo que ampliemos a 35 los diputados en cada una, matemáticamente buscar la proporcionalidad en el reparto de lo que dicten las urnas, es una quimera. Podían haber modificado nuestra Carta Magna y agrandar la circunscripción. Cuanto mayor, mejor. Lo ideal, circunscripción única. Y, si se quiere amparar la representación territorial, la autonomía y no la provincia, debería ser la elegida, que mejoraría mucho la proporcionalidad.
Así que no dogmaticen sobre el voto útil, y tengan pundonor por haber dejado pasar la oportunidad: ustedes lo han hecho inútil. Algo que volverá a ocurrir porque, digan lo que digan los partidos tradicionales, no están por la labor.