Los nacionalismos siempre han sido patrimonio de la derecha. Que lo siga siendo. |
La auténtica izquierda es internacional e integradora, no nacionalista –ergo la CUP y ERC no lo son–; su bandera: la solidaridad y la unión entre pueblos. Por eso a mí no me cautivan ni fronteras, ni patrias, ni himnos. Me defino como ciudadano del universo y mi “patria” está donde están los que amo.
El nacionalismo es un acto de fe colectivo que forja su irracionalidad territorial en líneas sobre un mapa y no en porosas fronteras de enriquecedores intercambios étnicos y culturales. Para no debatir de lo real, explota el victimismo emocional –con agravios reales e inventados– y hace de su ficción una realidad que adultera la historia fabricando una identidad opuesta donde la pureza de lenguaje y cultura derivan en exclusión y odio.
Para refutarlo se necesitan Democracia y Verdad –con mayúsculas–, ningún agravio más. La izquierda, que con su indulgencia ha contribuido a reforzarlo, debería ser la solución; pero jamás dar apoyo a quien antepone territorio y raza a igualdad y derechos. Que continúe siendo patrimonio de la derecha.
El nacionalismo es un acto de fe colectivo que forja su irracionalidad territorial en líneas sobre un mapa y no en porosas fronteras de enriquecedores intercambios étnicos y culturales. Para no debatir de lo real, explota el victimismo emocional –con agravios reales e inventados– y hace de su ficción una realidad que adultera la historia fabricando una identidad opuesta donde la pureza de lenguaje y cultura derivan en exclusión y odio.
Para refutarlo se necesitan Democracia y Verdad –con mayúsculas–, ningún agravio más. La izquierda, que con su indulgencia ha contribuido a reforzarlo, debería ser la solución; pero jamás dar apoyo a quien antepone territorio y raza a igualdad y derechos. Que continúe siendo patrimonio de la derecha.