Sede del Partido Popular, presuntamente reformada con dinero negro. |
A este sencillo modelo se ajusta toda la economía política del Partido Popular que luego, hábilmente, convierte en política económica al rescatar la Banca con unos 52.500 millones de euros de dinero público y al privatizar AENA, la compañía que gestiona los aeropuertos españoles que, un año después de su salida a Bolsa, ha remunerado las manos privadas con 6.000 millones de euros (un billón de pesetas), revalorizándose el 65%, mientras el Ibex caía en un 25%, en una operación bursátil calificada como chollo por los grandes especuladores. No es algo casual, es tradición en esta formación política. Baste recordar las privatizaciones del Gobierno de Aznar cuando se deshizo sobre todo de aquellas empresas públicas que obtenían grandes beneficios, dejando sin privatizar las que daban pérdidas. Las privatizadas fueron empresas tan importantes —“joyas de la corona” las llamaban algunos— como Repsol, Telefónica, Endesa, Gas Natural, Argentaria, Seat, Indra, Enatcar, Red Eléctrica, Retevisión, Cepsa, Iberia, Ena, Transmediterránea, Ence, Tabacalera, Casa, Aldeasa, Aceralia, Elcano, Izar, Barreras, Cope, Ebro, Santa Bárbara. En la actualidad muchas de ellas forman parte del Ibex 35, y cosechan beneficios anuales que rondan los 12.000 millones de euros. Una bicoca para algunos y una lamentable pérdida del patrimonio público para muchos de nosotros.
Así de fácil: las pérdidas las pagamos todos, los beneficios se los quedan algunos.
Así de fácil: las pérdidas las pagamos todos, los beneficios se los quedan algunos.
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En otro orden de cosas, el inclemente,
duro y frío invierno hace mucho tiempo que llegó, señor Jean-Claude Juncker, presidente
de la CE, y sus
palabras de tahúr suenan pomposas, grandilocuentes, infladas,
afectadas, hipócritas, engañosas, falsas, tramposas, insensibles, vacías,
huecas y febles, mientras la ineptitud y dejación de funciones de su política
europea, entre cuyas transcendentales obligaciones cuenta con el vinculante
cumplimiento, desde 2009, de la
Carta de los Derechos Fundamentales de la UE que, en su artículo 18 sobre
el Derecho de Asilo reza: “Se
garantiza el derecho
de asilo dentro
del respeto de
las normas de la
Convención
de Ginebra de
28 de julio de
1951 y del
Protocolo de 31
de enero de
1967 sobre el
Estatuto de los
Refugiados y de conformidad con
el Tratado constitutivo
de la
Comunidad Europea”,
y continúa azotando a miles y miles de refugiados, niños, jóvenes, adultos y
ancianos que viven un innecesario y trágico calvario por las tierras y costas
de Europa que muchas veces termina trocando su anhelo de paz por la lóbrega y
fría tumba. Gobernantes de Europa: Asuman sus responsabilidades o que todos
esos muertos inocentes, incluidos los pequeños criaturitas en sus blancos ataúdes,
atormenten sus acomodadas conciencias.
Insisto en dos certidumbres:
• Nadie deja atrás sus raíces, su
familia, sus amigos, su país, la tierra que le vio nacer, porque sí.
• Usted, señor Jean-Claude Juncker, usted
que me está leyendo en este momento, y yo, haríamos lo mismo que ellos en idénticas
circunstancias.
¡Qué monumental deshonra para esta vieja,
acomodada e hipócrita Europa!