jueves, 13 de agosto de 2015

¿Esperanza Aguirre consentidora de la corrupción?

¿consentidora de la corrupción?
Esperanza Aguirre
Al hilo de la corrupción, la presidenta del PP de Madrid doña Esperanza Aguirre, ha declarado recientemente que “lo que no puedo de ninguna manera es sentir que ustedes piensen que yo he sido consentidora”. Lo cierto es que, si revolvemos un poco la hemeroteca, y por poner sólo un par de ejemplos de cada trama corrupta que afecta a su partido, a mí se me hace imposible pensar otra cosa. Veamos:

Finales de 2004 (Trama Gürtel): Según la propia Esperanza, en una reunión en la sede nacional del PP a la que ha sido citada por el entonces tesorero Álvaro Lapuerta, y la que también asiste el presidente del PP Mariano Rajoy, hoy presidente del Gobierno, la advierten de ciertas operaciones urbanísticas en Arganda del Rey y Majadahonda en las que se pretenden vender parcelas edificables a precio muy inferior al de mercado. Esperanza Aguirre, para quitarse de en medio a los dos implicados, en vez de tomar medidas, los promociona: a Guillermo Ortega, apodado “el Rata” por la trama y hasta entonces alcalde de Majadahonda, lo pone de gerente del Mercado Puerta de Toledo con un sueldo superior al que tenía de alcalde, y a Narciso de Foxá, al que hace presentar su dimisión como concejal de urbanismo, le cede la alcaldía vacante de Majadahonda. No cabe duda de que Aguirre, una vez más, encarnizada e incansable luchadora contra la corrupción, les impone un cruel castigo. Lo que aún no me cuadra es por qué todos permanecen impasibles y no denuncian estas maniobras ante la policía, impasibilidad ésta que por cierto castiga y contempla el Código Penal como “favorecimiento para impedir el descubrimiento de un delito” (Art. 451.2). Ya lo dijo la escritora Concepción Arenal “No es tan culpable el que desconoce un deber como el que lo acepta y lo pisa”.

Primeros de 2005 (Trama Gürtel): Cuando el concejal del PP en el ayuntamiento de Majadahonda José Luis Peñas, junto a su también compañero y concejal Juan José Moreno, denuncian en su partido las conductas “inmorales e irregulares” que se están produciendo en algunos municipios, lo que reciben a cambio es la apertura de un expediente de expulsión. Estos dos concejales indignados, tratan de reunirse con Esperanza Aguirre para entregarle un dossier describiendo las corruptelas e irregularidades urbanísticas que han podido observar en los ayuntamientos de la zona norte de Madrid. Ella se niega a recibirlos y además, según el propio Peñas, la escucha decir a través de la puerta entreabierta que “No quiero ver a esos dos hijos de puta”. Muy poco después resultan expulsados del PP. Ellos que destaparon la Gürtel. En este punto traigo a colación lo que el ensayista inglés Charles Caleb Colton ya sugirió:  “La corrupción es como una bola de nieve: una vez que empieza a rodar seguirá creciendo”.

Octubre de 2006 (Trama Púnica): El coche que viene usando la mujer del consejero de Presidencia de Esperanza Aguirre, Francisco Granados, y que está a nombre de una empresa constructora de Valdemoro que hace trabajos en el municipio, aparece quemado, al parecer intencionadamente. Esperanza Aguirre, en lugar de investigar algo que no huele nada bien y que se asemeja a un guión para una película de la mafia, sale al paso echando balones fuera y manifestando que es “el primer atentado” que se comete contra un político de la Comunidad de Madrid, al tiempo que siembra dudas y apremia al Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, a que averigüe quién ha quemado el coche en vez de “incitar a algunos medios de comunicación” acerca de si Granados “compró un coche de segunda mano y no hizo la transferencia”. Además, con su habitual lengua lacerante añade que Rubalcaba es “el Ministro del ¿quién ha sido?”. No, si ya nos previno el médico y psiquiatra José Ingenieros que “Nadie piensa, donde todos se lucran; nadie sueña, donde todos tragan”.

Febrero de 2009 (Trama Púnica): Cuando salta el escándalo de la mansión de lujo de 1.000 m2 que está construyendo una promotora inmobiliaria en Valdemoro, pueblo en el que Francisco Granados ha sido alcalde desde 1999 hasta 2003, conforme a un proyecto encargado por el mismo Granados y su mujer tras el incendio del coche, mansión a la que por cierto acude su mujer todos los martes para ver la marcha de las obras y que no aparece a su nombre, Aguirre, en lugar de sorprenderse e indagar qué está ocurriendo, y más teniendo en cuenta los antecedentes, mira para otro lado e impide a la oposición investigar los bienes de Granados, al tiempo que lo mantiene como Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid hasta junio de 2011 y como secretario general del Partido Popular de Madrid, hasta noviembre de 2011. Me viene a la cabeza, no sé por qué, aquello que la cantante folk Joan Baez mencionó: “Si no luchas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”, y lo que el sabio comediógrafo griego Menandro ya nos advirtió hace más de 20 siglos “No os equivoquéis: las malas compañías corrompen las buenas costumbres”.

Y, volviendo al principio, si esto no es consentir, señora Aguirre, se le parece mucho.

Abraham Lincoln lo tuvo muy claro: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. A algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. A mí, desde luego, doña Esperanza, no me engaña desde hace muchísimo tiempo.

lunes, 10 de agosto de 2015

España en llamas

Este verano de 2015, la calurosa y seca España está ardiendo por los cuatro costados. Seguro que el abandono de nuestros montes debido a los recortes en el presupuesto, que han derivado en la reducción de personal, la falta de mantenimiento para limpiarlos y desbrozarlos y la renovación del material antiincendios, habrá tenido mucho que ver.
Dicho esto, a mí me surge la duda de si en realidad el incremento de incendios forestales de este año no habrá sido más bien fruto de la aprobación por parte del Partido Popular, durante el pasado mes de julio, de la reforma de la Ley de Montes. Sólo recordar que esta reforma abrió la puerta a que las autonomías puedan recalificar las zonas forestales quemadas “cuando concurran razones imperiosas de interés público de primer orden”.
Así visto, probablemente esta reforma esté cumpliendo sus objetivos encubiertos y se esté especulando ya con los terrenos calcinados.
¡Pobre España!

Filosofía, ¿para qué?

—¿Y para qué sirve la filosofía, profe?
El profesor, que se encontraba en aquel momento de espaldas al alumnado escribiendo en la pizarra un cuadro sinóptico con lo fundamental del pensamiento de Descartes, se quedó sorprendido por la pregunta que le formulaba todo un alumno de instituto de enseñanza secundaria.
Se volvió con parsimonia, respiró profundamente para oxigenarse el cerebro y recuperar el control sobre sí mismo tras la peregrina cuestión, mientras que a la vez trataba de hallar una respuesta contundentemente adecuada al perfil del público que tenía delante. Su ingenio, una vez más, no le defraudó y, casi al instante, continuó:
—Mire, joven, ¿cuántos de ustedes han probado el caviar alguna vez en su vida?
En un segundo —cómo iban a admitir todos aquellos adolescentes ante sus propios compañeros que jamás lo habían probado— la clase se llenó de manos alzadas con sus dedos apuntando al techo al mismo tiempo que las voces comentaban: ¡yo, una vez!
Cuando la tranquilidad regresó de nuevo al aula, el profesor añadió:
—Bien, pues yo he tenido la fortuna de probarlo algunas más: unas siete u ocho veces a lo largo de mi vida.
Y se dio la vuelta y prosiguió escribiendo en el encerado. Al poco, una voz a sus espaldas preguntó.
—Pero… ¿qué tiene que ver la filosofía con el caviar, don Juan?
De nuevo se giró con absoluta lentitud para añadir con irónica serenidad, tratando de que sus palabras calaran en lo más hondo de sus interlocutores, como lo hace la lluvia fina y pausada en la tierra sedienta.
—Pues que tanto el caviar como la filosofía, además de servir para marcar diferencias de tipo social y cultural, valen, sobre todo, para ser paladeados con sumo deleite.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Análisis, breve, de las crisis económicas (con poco rigor científico pero mucho sentido común)

El dinero se crea, se fabrica, pero no se destruye, por tanto, cada vez hay más dinero en el mundo. Lo que hace el dinero constantemente es imitar a la Ley de Conservación de la Energía, y no destruirse, sino transformarse, es decir cambiar de manos. En tiempos de crisis este proceso se acelera y además pasa en mayor medida de las manos de la gente corriente, a las manos de los más ricos. Por si no fuese suficiente (el capitalismo es así de voraz) y para ayudar a un veloz trasvase, los poderosos te menten la mano en el bolsillo a todas horas. Sí, los poderosos y a todas horas. Desde el Gobierno, que sube el impuesto más injusto que existe (el IVA, que afecta por igual a pobres y a ricos) o modifica leyes para facilitar el despido de los trabajadores y la bajada de salarios, a las grandes empresas que nos suministran recursos básicos subiendo sus tarifas, y todo esto mientras las grandes fortunas se dedican a comprar las propiedades de los desahuciados a precios irrisorios... Además, y si, durante este hábil proceso de cambiar de manos el dinero, fuese necesario levantar cualquier gran compañía que hubiese caído en el transcurso de esta práctica (daños colaterales), se haría sin problemas con el dinero de todos y, una vez que volviesen a obtener ganancias, se los repartirían sus accionistas. Lo de siempre: socializar pérdidas y privatizar beneficios. Así, de este modo tan taimado, al cabo del tiempo y tras haberlas pasado canutas el pueblo llano, el milagro económico está servido: los ricos son más ricos, la clase media ha mermado considerablemente y el número de pobres ha aumentado y son mucho más pobres.
Si no me creen, tan sólo tienen que navegar por Internet y buscar los indicadores económicos que delatan la enorme estafa: caen las ventas de coches utilitarios pero se disparan escandalosamente las ventas de los coches de alta gama, bajan los sueldos de los trabajadores pero se incrementan indecentemente los sueldos de directivos y consejeros, la clase media está desapareciendo, la brecha social entre pobres y ricos aumenta, el número de multimillonarios en España se duplica desde el inicio de la crisis en 2007, una realidad visible de ejércitos de parados pueblan nuestras plazas y calles a la espera de ser contratados por una miseria, etc. Y, por favor, cuando naveguen por la red, fíjense en las fechas de las noticias, no vayan a pensar que son de ahora que, según dicen, divisamos la salida del túnel. Verán perplejos que son de hace unos años, al poco de iniciarse esta crisis. Por cierto, la tan cacareada salida del túnel que se deja vislumbrar nos trae un paisaje desolador, totalmente distinto que nada tiene que ver con el que dejamos atrás: se ha cambiado el modelo de sociedad y el Estado de Bienestar agoniza. De cualquier modo, esa hipotética recuperación servirá para inflar una nueva burbuja y, dentro de unos años, cuando la gente corriente se haya recuperado, reventarla de nuevo para así repetir el ciclo económico y que el vil metal vuelva a cambiar de manos.
Crisis o gran estafa
Simplemente cambio de manos

martes, 4 de agosto de 2015

Qué difícil...

Qué difícil resulta a veces
desentrañar el sentimiento,
y expresar lo que uno siente.
Qué difícil resulta a veces
cuando existe aturdimiento
y se siente amor latente.

Niña bonita


Mi niña bonita,
mi niña de pelo negro,
mi niña de dulces líneas.
Déjame que te quiera,
déjame que te tenga.

viernes, 31 de julio de 2015

Economía perversa


Sí, perversa, porque perverso es tener que crecer al menos un 2 % anual para que un país no entre en recesión. Y a veces ni eso ya que, en países como China, aún creciendo un 3 % anual, y según los entendidos, implicaría estar en recesión. Este crecimiento es insostenible para el planeta y, por tanto, para los seres vivos que lo habitamos.
Ciudad de Panamá de noche
Aglomeración urbana. Panamá de noche
Parece que políticos, millonarios y economistas, a pesar de las señales corroboradas por miles de científicos sobre la realidad del cambio climático, siguen su inveterada costumbre de pensar a corto plazo y mirarse el ombligo para maquinar cómo mantenerse en sus sillones y ganar más dinero, olvidándose del mañana y de la tierra que heredarán nuestros nietos. Desde la Revolución Industrial, con el uso y explotación de los combustibles fósiles, ha sido así: por donde hemos ido pasando, hemos ido dejando nuestra sucia huella, invadiendo y contaminando, con absoluto desprecio y total negligencia, los ambientes naturales, reduciendo sus hábitats a zonas cada vez más pequeñas y, a no ser que esta tendencia se invierta, gran parte de la vida animal y vegetal se encontrará en breve al borde de la extinción, si no lo está ya.
Por si no bastara, la población, el motor que tira de la economía consumista para enriquecer a unos pocos, continúa aumentando a un ritmo endiablado y así resulta imposible lograr una economía sostenible. En el año 1000 de nuestra era se estima que habitábamos esta pequeña y delicada roca viajera del espacio 310 millones de personas. En 1900 pasamos a superar el quíntuple de esa cantidad con 1.650 millones de individuos. En 1965 doblamos ampliamente la cifra pasando a 3.335 millones de habitantes. En este año, 2015, la hemos duplicado con creces al pasar a ser más 7.376 millones de seres humanos. Una locura que continuará: según algunas estimaciones de la ONU, la población mundial en 2100 podría superar el doble de la actual y llegar a los 15.800 millones de personas, aunque también existen otras estimaciones a la baja, ¿será cierto después de tanto crecimiento exponencial? Veremos.
Piensen, cada uno de ustedes, en los desperdicios que producen en un sólo día su vida: el agua que utilizan y que ensucian con detergentes y jabones, la energía que consumen, los alimentos que comen, las ropas que visten y el calzado que usan, los libros o revistas que compran, lo que polucionan sus vehículos privados, los recursos que consumen para su ocio, los residuos que desechan sus cuerpos, la basura que generan y, si fuman, el CO2 que expulsan y el aire que, de paso, contaminan. ¡Ah, el tabaco! Esa es otra. Cada año se arrojan al suelo 4,5 billones de colillas con sus correspondientes filtros, hechos de un material no biodegradable que tarda 25 años en descomponerse. Cada una de estas colillas, además de nicotina y alquitrán, contiene sustancias tóxicas que pueden contaminar hasta 50 litros de agua, es decir, un paquete de cigarrillos tiene potencial suficiente para envenenar unos 1.000 litros de agua. Ahora extrapole y medite qué sucedería si cada ser humano, de los 7.376 millones que somos, hiciera lo mismo que usted todos y cada uno de los días de su vida. ¿Cuánto tiempo soportaría el planeta ese grado de depredación masiva?
La realidad es que casi nadie está dispuesto a consumir responsablemente. Decimos que sí, pero no. Somos incapaces de prescindir de nuestros coches, nuestros cigarrillos, nuestras superfluas y pequeñas comodidades… No salen adelante leyes para cambiar las cosas porque nuestros políticos no se atreven a enfrentarse a los lobbies industriales, financieros o económicos ni, mucho menos, a las urnas ante el temor de un castigo por decidirse a invertir esta tendencia suicida y prohibir los combustibles fósiles y cuanto sea menester para satisfacer de manera responsable nuestras necesidades sin comprometer la calidad de vida de las futuras generaciones, respetando siempre el medio ambiente. Sin duda, adoptar estas sensatas medidas tendría un coste económico elevado, aunque, de cara al futuro se abrirían nuevas oportunidades en nuevos negocios para un desarrollo responsable con la consiguiente creación de nuevos puestos de trabajo. De momento, para financiar este paso audaz, y que no lo paguemos los de siempre, habría que conseguir que los ricos y las grandes empresas pagaran impuestos como lo hacemos el resto de los mortales, y no la pequeña carga impositiva testimonial que soportan en la actualidad.
De todos modos siempre podremos continuar con los ojos cerrados haciendo de La Tierra un planeta muy enfermo con el único objetivo de sostener esta alocada economía que sólo aporta el enriquecimiento de unos pocos y el mantenimiento en el poder de unos políticos, en su mayoría, ineptos y cobardes.
¿Cuál será nuestro legado a nuestros descendientes? ¿Qué dirán de nosotros el día de mañana, si es que llega a existir un mañana para la raza humana?
¡Perverso y de locos!