Esperanza Aguirre |
Al hilo de la corrupción, la presidenta del PP de Madrid doña Esperanza Aguirre, ha declarado recientemente que “lo que no puedo de ninguna manera es sentir que ustedes piensen que yo he sido consentidora”. Lo cierto es que, si revolvemos un poco la hemeroteca, y por poner sólo un par de ejemplos de cada trama corrupta que afecta a su partido, a mí se me hace imposible pensar otra cosa. Veamos:
Finales de 2004 (Trama Gürtel): Según la propia Esperanza, en una reunión en la sede nacional del PP a la que ha sido citada por el entonces tesorero Álvaro Lapuerta, y la que también asiste el presidente del PP Mariano Rajoy, hoy presidente del Gobierno, la advierten de ciertas operaciones urbanísticas en Arganda del Rey y Majadahonda en las que se pretenden vender parcelas edificables a precio muy inferior al de mercado. Esperanza Aguirre, para quitarse de en medio a los dos implicados, en vez de tomar medidas, los promociona: a Guillermo Ortega, apodado “el Rata” por la trama y hasta entonces alcalde de Majadahonda, lo pone de gerente del Mercado Puerta de Toledo con un sueldo superior al que tenía de alcalde, y a Narciso de Foxá, al que hace presentar su dimisión como concejal de urbanismo, le cede la alcaldía vacante de Majadahonda. No cabe duda de que Aguirre, una vez más, encarnizada e incansable luchadora contra la corrupción, les impone un cruel castigo. Lo que aún no me cuadra es por qué todos permanecen impasibles y no denuncian estas maniobras ante la policía, impasibilidad ésta que por cierto castiga y contempla el Código Penal como “favorecimiento para impedir el descubrimiento de un delito” (Art. 451.2). Ya lo dijo la escritora Concepción Arenal “No es tan culpable el que desconoce un deber como el que lo acepta y lo pisa”.
Primeros de 2005 (Trama Gürtel): Cuando el concejal del PP en el ayuntamiento de Majadahonda José Luis Peñas, junto a su también compañero y concejal Juan José Moreno, denuncian en su partido las conductas “inmorales e irregulares” que se están produciendo en algunos municipios, lo que reciben a cambio es la apertura de un expediente de expulsión. Estos dos concejales indignados, tratan de reunirse con Esperanza Aguirre para entregarle un dossier describiendo las corruptelas e irregularidades urbanísticas que han podido observar en los ayuntamientos de la zona norte de Madrid. Ella se niega a recibirlos y además, según el propio Peñas, la escucha decir a través de la puerta entreabierta que “No quiero ver a esos dos hijos de puta”. Muy poco después resultan expulsados del PP. Ellos sí que destaparon la Gürtel. En este punto traigo a colación lo que el ensayista inglés Charles Caleb Colton ya sugirió: “La corrupción es como una bola de nieve: una vez que empieza a rodar seguirá creciendo”.
Octubre de 2006 (Trama Púnica): El coche que viene usando la mujer del consejero de Presidencia de Esperanza Aguirre, Francisco Granados, y que está a nombre de una empresa constructora de Valdemoro que hace trabajos en el municipio, aparece quemado, al parecer intencionadamente. Esperanza Aguirre, en lugar de investigar algo que no huele nada bien y que se asemeja a un guión para una película de la mafia, sale al paso echando balones fuera y manifestando que es “el primer atentado” que se comete contra un político de la Comunidad de Madrid, al tiempo que siembra dudas y apremia al Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, a que averigüe quién ha quemado el coche en vez de “incitar a algunos medios de comunicación” acerca de si Granados “compró un coche de segunda mano y no hizo la transferencia”. Además, con su habitual lengua lacerante añade que Rubalcaba es “el Ministro del ¿quién ha sido?”. No, si ya nos previno el médico y psiquiatra José Ingenieros que “Nadie piensa, donde todos se lucran; nadie sueña, donde todos tragan”.
Febrero de 2009 (Trama Púnica): Cuando salta el escándalo de la mansión de lujo de 1.000 m2 que está construyendo una promotora inmobiliaria en Valdemoro, pueblo en el que Francisco Granados ha sido alcalde desde 1999 hasta 2003, conforme a un proyecto encargado por el mismo Granados y su mujer tras el incendio del coche, mansión a la que por cierto acude su mujer todos los martes para ver la marcha de las obras y que no aparece a su nombre, Aguirre, en lugar de sorprenderse e indagar qué está ocurriendo, y más teniendo en cuenta los antecedentes, mira para otro lado e impide a la oposición investigar los bienes de Granados, al tiempo que lo mantiene como Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid hasta junio de 2011 y como secretario general del Partido Popular de Madrid, hasta noviembre de 2011. Me viene a la cabeza, no sé por qué, aquello que la cantante folk Joan Baez mencionó: “Si no luchas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”, y lo que el sabio comediógrafo griego Menandro ya nos advirtió hace más de 20 siglos “No os equivoquéis: las malas compañías corrompen las buenas costumbres”.
Y, volviendo al principio, si esto no es consentir, señora Aguirre, se le parece mucho.
Abraham Lincoln lo tuvo muy claro: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. A algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. A mí, desde luego, doña Esperanza, no me engaña desde hace muchísimo tiempo.
Finales de 2004 (Trama Gürtel): Según la propia Esperanza, en una reunión en la sede nacional del PP a la que ha sido citada por el entonces tesorero Álvaro Lapuerta, y la que también asiste el presidente del PP Mariano Rajoy, hoy presidente del Gobierno, la advierten de ciertas operaciones urbanísticas en Arganda del Rey y Majadahonda en las que se pretenden vender parcelas edificables a precio muy inferior al de mercado. Esperanza Aguirre, para quitarse de en medio a los dos implicados, en vez de tomar medidas, los promociona: a Guillermo Ortega, apodado “el Rata” por la trama y hasta entonces alcalde de Majadahonda, lo pone de gerente del Mercado Puerta de Toledo con un sueldo superior al que tenía de alcalde, y a Narciso de Foxá, al que hace presentar su dimisión como concejal de urbanismo, le cede la alcaldía vacante de Majadahonda. No cabe duda de que Aguirre, una vez más, encarnizada e incansable luchadora contra la corrupción, les impone un cruel castigo. Lo que aún no me cuadra es por qué todos permanecen impasibles y no denuncian estas maniobras ante la policía, impasibilidad ésta que por cierto castiga y contempla el Código Penal como “favorecimiento para impedir el descubrimiento de un delito” (Art. 451.2). Ya lo dijo la escritora Concepción Arenal “No es tan culpable el que desconoce un deber como el que lo acepta y lo pisa”.
Primeros de 2005 (Trama Gürtel): Cuando el concejal del PP en el ayuntamiento de Majadahonda José Luis Peñas, junto a su también compañero y concejal Juan José Moreno, denuncian en su partido las conductas “inmorales e irregulares” que se están produciendo en algunos municipios, lo que reciben a cambio es la apertura de un expediente de expulsión. Estos dos concejales indignados, tratan de reunirse con Esperanza Aguirre para entregarle un dossier describiendo las corruptelas e irregularidades urbanísticas que han podido observar en los ayuntamientos de la zona norte de Madrid. Ella se niega a recibirlos y además, según el propio Peñas, la escucha decir a través de la puerta entreabierta que “No quiero ver a esos dos hijos de puta”. Muy poco después resultan expulsados del PP. Ellos sí que destaparon la Gürtel. En este punto traigo a colación lo que el ensayista inglés Charles Caleb Colton ya sugirió: “La corrupción es como una bola de nieve: una vez que empieza a rodar seguirá creciendo”.
Octubre de 2006 (Trama Púnica): El coche que viene usando la mujer del consejero de Presidencia de Esperanza Aguirre, Francisco Granados, y que está a nombre de una empresa constructora de Valdemoro que hace trabajos en el municipio, aparece quemado, al parecer intencionadamente. Esperanza Aguirre, en lugar de investigar algo que no huele nada bien y que se asemeja a un guión para una película de la mafia, sale al paso echando balones fuera y manifestando que es “el primer atentado” que se comete contra un político de la Comunidad de Madrid, al tiempo que siembra dudas y apremia al Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, a que averigüe quién ha quemado el coche en vez de “incitar a algunos medios de comunicación” acerca de si Granados “compró un coche de segunda mano y no hizo la transferencia”. Además, con su habitual lengua lacerante añade que Rubalcaba es “el Ministro del ¿quién ha sido?”. No, si ya nos previno el médico y psiquiatra José Ingenieros que “Nadie piensa, donde todos se lucran; nadie sueña, donde todos tragan”.
Febrero de 2009 (Trama Púnica): Cuando salta el escándalo de la mansión de lujo de 1.000 m2 que está construyendo una promotora inmobiliaria en Valdemoro, pueblo en el que Francisco Granados ha sido alcalde desde 1999 hasta 2003, conforme a un proyecto encargado por el mismo Granados y su mujer tras el incendio del coche, mansión a la que por cierto acude su mujer todos los martes para ver la marcha de las obras y que no aparece a su nombre, Aguirre, en lugar de sorprenderse e indagar qué está ocurriendo, y más teniendo en cuenta los antecedentes, mira para otro lado e impide a la oposición investigar los bienes de Granados, al tiempo que lo mantiene como Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid hasta junio de 2011 y como secretario general del Partido Popular de Madrid, hasta noviembre de 2011. Me viene a la cabeza, no sé por qué, aquello que la cantante folk Joan Baez mencionó: “Si no luchas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”, y lo que el sabio comediógrafo griego Menandro ya nos advirtió hace más de 20 siglos “No os equivoquéis: las malas compañías corrompen las buenas costumbres”.
Y, volviendo al principio, si esto no es consentir, señora Aguirre, se le parece mucho.
Abraham Lincoln lo tuvo muy claro: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. A algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. A mí, desde luego, doña Esperanza, no me engaña desde hace muchísimo tiempo.