El Tribunal Constitucional debe ser garante de la salvaguarda de los derechos fundamentales |
Ahora que asociaciones y ONG exigen la puesta en libertad del periodista turco-sueco Hamza Yalçin, me he quedado ojiplático y boquiabierto al conocer la justificación de la Audiencia Nacional para mantenerlo en prisión: “no es el momento de entrar en consideraciones sobre eventuales vulneraciones de derechos fundamentales”. Palabras que desasosiegan a los demócratas por venir, tan absurdo argumento, de los custodios de la integridad de las leyes.
El respeto a los derechos fundamentales –fundamental: lo principal en algo– debe ser objetivo central de los Estados. Son así llamados por ser inalienables e irrenunciables y estar protegidos en todos los órdenes jurisdiccionales con valor jurídico superior a cualquier otro. Por eso ha de ser la primera consideración de un tribunal al enjuiciar un hecho. También nuestra Constitución, norma jurídica suprema, los aplica a extranjeros en territorio nacional. Lo contrario, conculca los derechos humanos y alarma a la sociedad.
El respeto a los derechos fundamentales –fundamental: lo principal en algo– debe ser objetivo central de los Estados. Son así llamados por ser inalienables e irrenunciables y estar protegidos en todos los órdenes jurisdiccionales con valor jurídico superior a cualquier otro. Por eso ha de ser la primera consideración de un tribunal al enjuiciar un hecho. También nuestra Constitución, norma jurídica suprema, los aplica a extranjeros en territorio nacional. Lo contrario, conculca los derechos humanos y alarma a la sociedad.
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