El PP supone un lastre para España |
Si un país tiene una oposición que se dedica al corrosivo trumpismo –rebosa negacionismo, corrupción y mentiras; que es antisistema, obstruccionista, que incumple la Constitución, que habla mal de su país en el extranjero y cuestiona las instituciones nacionales y europeas–, en lugar de tener una oposición que vigile y controle al Gobierno, critique lo criticable, denuncie lo denunciable y, desde la discrepancia, presente alternativas válidas y útiles, tiene un gran problema. Y, en España ese enorme problema se llama PP, porque su única meta es destruir el Gobierno para llegar al poder y desmantelar el Estado del bienestar engordando los negocios privados, mediante la bajada impuestos a los ricos y grandes empresas como ha hecho, junto a Vox, en las autonomías que gobierna.
El PP es la ultraderecha que antepone sus propios intereses a los de los españoles. Faltona, gruesa y grosera, jamás ha apoyado ningún gran avance de España y sabe que alimentar el conflicto con antipolítica incrementa la abstención y, por tanto, sube su peso específico en las urnas. Por eso impide la gestión cuestionando la legitimidad del Gobierno, pone palos en las ruedas, imposibilita el diálogo, cuestiona nuestro eficiente sistema electoral, ataca la legalidad con bloqueos antisistema y frena cualquier iniciativa del Ejecutivo. Es dramático.
Si hablan como trumpistas, deslegitiman como trumpistas y se comportan como trumpistas, entonces, ¡seguramente sean trumpistas! Y para muestra, un botón. Solo dos días después del intento de golpe de Estado en Brasil, Feijóo cuestionó la legalidad del Gobierno español: «hay multitud de indicios racionales que acreditan que existe un plan premeditado para alterar sustancialmente las bases de la convivencia democrática».
La única garantía que tiene votar al PP es que habrá un pacto con Vox.
¡Casi nada!