Feijóo aplicó al trumpismo más rotundo y solo mintió compulsivamente |
Un debate se basa en un intercambio de opiniones contrapuestas entre dos o más personas para tratar de convencer al contrario mediante la exposición y argumentación de asuntos entre quienes mantienen opiniones diferentes. Los debates pueden ser tensos y, para evitar que la disensión ultraje la institución que se representa, no hay que mentir y debe reprimirse cualquier ataque o descalificación a la persona.
Feijóo, que eligió embarrar con la mentira (economía, paro, autónomos, pensiones, luz, okupaciones, pactos, Pegasus, cumplir la Constitución…) a debatir su proyecto –porque ni tiene ni sabe escuchar, solo arenga un monólogo para incondicionales–, marchitó el arte del diálogo. Y, ante la falsedad masiva del oponente, es humano desestabilizarse, aunque improductivo.
Y, como la mentira no debe quedar impune, resultó patético el comportamiento de los moderadores que no quisieron interrumpir para advertirle que lo que manifestaba no era cierto, contribuyendo a expandir bulos y mentiras.