El pasado franquista del PP lo mantiene atenazado |
Aunque se le infle la boca de constitucionalismo, si se siente perjudicado no respeta las normas. La democracia funciona cuando se cumplen las reglas. Si el PP las infringe y la Justicia no actúa, solo queda cambiarlas democráticamente en el Parlamento.
El PP, genéticamente es franquista, por eso es antidemocrático e intransigente. Su totalitarismo le lleva, cuando es oposición, a deslegitimar al Gobierno desde el primer minuto –González, Zapatero y Sánchez–, zancadillear todas sus iniciativas legislativas –en España y en el extranjero– bloquear, poner recursos, hacer irrespirable la democracia, dinamitar sus instituciones y, como no sabe dialogar sino imponer, jamás pacta. Y, cuando gobierna, nunca llega a acuerdos, solo impone.
Pero lo de acallar preventivamente la sede de la soberanía popular, es el no va más.
Por cierto, las instituciones las deslegitiman quienes no cumplen la Constitución y quienes formando parte de las mismas no dimiten una vez finiquitado el tiempo marcado.