La Comisión Europea |
A pesar de las naciones europeas egoístas y sectarias –semiparaísos fiscales que canalizan beneficios empresariales, que tributan mucho menos y una vez blanqueados viajan a islas caribeñas, causando un inmenso agujero recaudatorio, estimado en unos 34.000 millones anuales, al resto–, que no creen en el proyecto común y solo pregonan su ideología neoliberal y su derecho a pertenecer a un club que permite el libre comercio y circulación de capitales, la Comisión ha cumplido con lo que establece su artículo 222 referente a la «actuación conjunta con espíritu solidario para prestar ayuda a otro país que sea víctima de una catástrofe natural o de origen humano». Así, por fin, se ha logrado un acuerdo satisfactorio para lograr la recuperación de los 27 que debería significar el renacer de una UE fiel a sus principios fundacionales. Y los países que no se sumen a esta causa, o no estén dispuestos a defender los valores recogidos en el Tratado de la Unión, deberían repensarse su permanencia.