La contaminación de las ciudades acelera el contagio de coronavirus |
No valen más excusas. Hace demasiado tiempo que sabemos que la contaminación se cobra 9.000.000 de vidas al año. Asimismo sabemos que, además de machacar los pulmones, destroza otros órganos como corazón, cerebro –ictus y alzhéimer–, hígado, vejiga, intestinos y provoca arteriosclerosis, diabetes, demencia, osteoporosis, insomnio, afecta a la piel, la fertilidad y causa abortos espontáneos. Es decir, mata lentamente. Y ahora, un reciente estudio ha detectado coronavirus en partículas de contaminantes y relaciona la alta mortalidad de España y el norte de Italia con la contaminación. Otro estudio de Harvard demuestra que un aumento de un miligramo por metro cúbico de contaminantes de menos de 2,5 micras (tráfico y calefacciones) supone un incremento del 15% en la tasa de mortalidad de la covid-19.
Si tras el confinamiento volvemos a la locura de atascos y boina metropolitana, la previsible recaída del invierno podría ser aterradora. Usted, yo, nuestros hijos, nietos, hermanos, padres o amigos, podemos ser los siguientes.
Con urgencia y mucha responsabilidad, como la conciencia es poca y mucho el egoísmo, los poderes públicos encargados de tutelar la salud –art. 43 de la Constitución– deben poner remedio.
Si tras el confinamiento volvemos a la locura de atascos y boina metropolitana, la previsible recaída del invierno podría ser aterradora. Usted, yo, nuestros hijos, nietos, hermanos, padres o amigos, podemos ser los siguientes.
Con urgencia y mucha responsabilidad, como la conciencia es poca y mucho el egoísmo, los poderes públicos encargados de tutelar la salud –art. 43 de la Constitución– deben poner remedio.