El poder de los lobbies es una vergüenza democrática |
Año tras año, los lobbies incrementan su presupuesto, a veces hasta más de un “discreto” 40 %. ¿Por qué? La respuesta es obvia: su exagerada rentabilidad.
Estos poderosos grupos de presión defienden con éxito los intereses de las grandes compañías que podrían verse afectadas por decisiones legítimas de la soberanía popular, y muy a menudo logran revertirlas promoviendo políticas públicas encaminadas a imponer sus intereses especulativos para así alcanzar sus metas económicas. La economía cruelmente depredadora y salvaje que imponen estos lobbies a favor del capital, pero en detrimento de la salud medioambiental, personal y el bolsillo de la ciudadanía, debe apartarse y dejar paso a un futuro sostenible de bienestar y progreso solidario. Y como los países los conforman las personas y no los lobbies ni sus empresas, habría que prohibirlos o, al menos, implantar controles a estos grupos de interés para regularlos con absoluta transparencia en aras de la necesaria regeneración democrática.
Estos poderosos grupos de presión defienden con éxito los intereses de las grandes compañías que podrían verse afectadas por decisiones legítimas de la soberanía popular, y muy a menudo logran revertirlas promoviendo políticas públicas encaminadas a imponer sus intereses especulativos para así alcanzar sus metas económicas. La economía cruelmente depredadora y salvaje que imponen estos lobbies a favor del capital, pero en detrimento de la salud medioambiental, personal y el bolsillo de la ciudadanía, debe apartarse y dejar paso a un futuro sostenible de bienestar y progreso solidario. Y como los países los conforman las personas y no los lobbies ni sus empresas, habría que prohibirlos o, al menos, implantar controles a estos grupos de interés para regularlos con absoluta transparencia en aras de la necesaria regeneración democrática.