No se puede ir dividido a las urnas. Ante la amenaza de la ultraderecha, hay que hacer un frente común. ¡A trabajar, que ya es hora! |
El sistema D’Hondt, en contra del imaginario popular, no es perverso, solo facilita el reparto de fracciones de escaño. Lo que quiebra la asignación equitativa del dictado ciudadano es la ley electoral que, con 52 circunscripciones en lugar de una, sobrevalora a los partidos mayoritarios. Y precisamente por eso, las noticias de la fragmentación de la izquierda no son gratas para los que anhelamos la justa redistribución de la riqueza, el desarrollo ético y sostenible y la libertad, dignidad e igualdad de la persona. La izquierda debe caminar unida para alentar a su electorado y no enfrascarse en batallas que no conducen más que a pérdida de credibilidad y rotura de esperanzas. Me asombra y apena que los políticos ignoren que el votante de izquierdas no es pragmático como el conservador –que aunque deteste a su candidato, lo vota para lograr el poder–, sino que cuando hay puñaladas traperas, se desencanta y finalmente se abstiene. Así, desintegración y decepción unidas, llevarán a la derecha al poder.