domingo, 29 de junio de 2025

El PP y su empecinado desprestigio de España

 

Mentir y mentir para dejar a España por los suelos en el extranjero

Sostiene Feijóo, refiriéndose a Sánchez, que «no puede representar a España quien la desprestigia en un ridículo internacional».
Veamos quién desprestigia en el extranjero. Cada vez que el PP no gobierna, lo hace. Desde Aznar hasta Ayuso, pasando por el mismo Feijóo, no han dudado en socavar la imagen de España en foros europeos e internacionales con tal de derrocar al Gobierno.
Por poner solo unos ejemplos recientes: Feijóo acusa a Sánchez de «ridículo internacional» por su política exterior, de «inseguridad energética» tras un apagón, ha cuestionado la gestión de los fondos europeos y la excepción ibérica y sostiene que España tiene «el presidente menos fiable de Europa». Aznar llegó a pedir una «movilización internacional» contra España. Ayuso afirma que «España está aislada del mundo» y que «es un problema para la OTAN». ¿Eso no es hablar mal del país?
Quien no puede «representar a España» es usted, señor Feijóo, por usarla como rehén de la estrategia partidista en el exterior. Eso no es hacer oposición: es sabotear nuestra reputación. La política exterior debería ser un espacio de país, no un arma electoral. El PP no defiende a España: la desgasta fuera para intentar ganarla dentro. Y eso sí que es hacer un verdadero ridículo.

miércoles, 25 de junio de 2025

El PP: cáncer de la democracia

 

El PP corroe la democracia
El PP corroe la democracia

El PP asume que el poder le pertenece por la gracia de Dios, convencido de que las instituciones del Estado son su coto privado. No importa si gobierna o no: siembra dudas, manipula a la opinión pública y cuestiona la legitimidad de las instituciones que deben servir a todos los ciudadanos. Vayamos por partes. En 1993, varios sondeos privados daban al PP una victoria mínima, pero cuando se cerraron las urnas, los entonces líderes del partido, Arenas y Gallardón, no dudaron en denunciar un supuesto “pucherazo” orquestado por el Gobierno socialista. Fue necesario que el Rey Juan Carlos I telefoneara a Aznar para poner fin a semejante despropósito. En 2004, para intentar retener el poder a toda costa, el PP mintió a sabiendas al atribuir la autoría de los atentados del 11M a ETA. Ahora, Aznar, Feijóo y toda su cúpula hacen declaraciones incendiarias sembrando la sospecha sobre la integridad de nuestro sistema electoral, sin presentar una solo prueba, sabiendo perfectamente que el nuestro es uno de los más transparentes y rigurosos del mundo. El PP no solo desprecia la verdad, sino que manipula a la ciudadanía para alimentar sus propios intereses. Son lo peor de la política, la encarnación del trumpismo.
No es un partido de Estado, es un cáncer de la democracia.

domingo, 22 de junio de 2025

Acabar con la corrupción

 

Los corruptores, como los corruptos, deben pagarlo
Los corruptores, como los corruptos, deben pagarlo

La corrupción devora lo que con tanto esfuerzo construimos. Se alimenta de egoísmo, ambición desmedida y deseo insaciable de lucro; no respeta a nada ni a nadie. Es una fuerza destructiva que transita por los rincones más oscuros de la sociedad. Se introduce en todos los ámbitos, socava los pilares de la confianza y convierte el servicio público, la promesa de bienestar colectivo, en territorio de saqueo de unos pocos.
El daño causado es incalculable. No solo en términos materiales, donde millones de euros se desvanecen en manos corruptas, sino en lo más profundo: lo humano. Es la desolación que deja detrás, es la desesperanza de los ciudadanos que sufren el abandono de sus derechos básicos, es la creciente desigualdad que genera un sistema donde unos pocos se enriquecen mientras la mayoría se ve condenada a luchar por lo mínimo. Hospitales, educación, agua potable, obra pública… todo se convierten en terreno de saqueo. Hasta las empresas públicas de servicios estratégicos, otrora solventes y orgullo de la nación, se enajenan a intereses privados.
Las instituciones se desmoronan desde dentro y pierden su capacidad para proteger a la ciudadanía. Los recursos que deberían ser destinados al bienestar común son desviados por las manos de quienes no tienen otro objetivo que satisfacer sus ansias de dinero, mientras los ciudadanos se ven indefensos ante el despojo sistemático.
Pasó el momento de hablar con palabras tibias. No sirve, no ayuda. Hay que actuar con una contundencia sin precedentes. Es necesario que corruptores y corruptos enfrenten las consecuencias de sus actos, no solo con penas ejemplares, sino con un verdadero proceso de purga que los obligue a devolver lo robado. El daño causado a las instituciones y a la confianza de la ciudadanía debe ser reparado, aunque en muchos casos las cicatrices no sanarán. Pero no podemos rendirnos. No podemos permitir que esta podredumbre siga infectando nuestra democracia.
Penas más severas, multas exorbitantes, fin de los aforamientos y, lo más importante, prohibir que aquellos que han corrompido el sistema puedan volver a tocar el poder. Las empresas que han participado en prácticas corruptas deben ser expulsadas del proceso de licitación pública para siempre y sin contemplaciones.
España no se renovará por sí sola. La ciudadanía debe ser consciente de que la democracia no es un regalo que se recibe, sino una responsabilidad que se defiende. La indiferencia es uno de los grandes enemigos que tenemos como nación. La lucha contra la corrupción no es solo una cuestión política, sino de ética, de dignidad, de supervivencia.
Mientras no exista renovación verdadera, España seguirá enferma porque la indiferencia ciudadana es uno de los grandes males que descompone a la democracia situándola al borde del abismo fascista populista.

miércoles, 18 de junio de 2025

La colosal decepción

 

A pesar de los corruptos no podemos olvidar lo que significa ser de izquierdas
A pesar de los corruptos no podemos olvidar lo que significa ser de izquierdas

Suena el teléfono. Es mi amigo Rafa, de izquierdas de toda la vida, como yo:
–Miguel... Estoy hundido. Llevo días dándole vueltas. No sé si voy a votar. Si lo hiciera, ni siquiera sé a quién. Me siento estafado. La izquierda... lo que pensábamos que era la izquierda... me parece ahora una farsa. Farfolla. Me da hasta vergüenza.
–No digas eso, Rafa. No podemos rendirnos. Entiendo el desencanto. Todos estamos hartos de ver cómo se mancha lo que es limpio. Pero si tú, que has creído siempre en un mundo más justo, más libre, tiras la toalla... ¿entonces qué nos queda? Justo por eso hay que votar.
–¿Y qué sentido tiene seguir defendiendo algo que parece roto? Se supone que la izquierda es ética, diferente, pero ahora... corrupción, luchas internas, postureo... ¿Qué queda de todo aquello?
–Queda lo esencial. Queda la convicción de que este país, cuando avanza en derechos sociales, cuando hay más libertades, más justicia, es porque ha sido la izquierda quien lo ha impulsado. La derecha jamás. La derecha solo gestiona privilegios para ricos y, cuando tiene poder, lo usa para recortar derechos y libertades, para criminalizar, para retroceder. ¿Quieres que te recorten la pensión o que bajen el salario mínimo?...
–No; pero es que hay cosas que también duelen desde dentro. No todo lo puede justificar el “mal menor”.
–Y no hay que justificarlo todo. Al contrario, hay que exigir más. Pero desde dentro, desde la acción. No desde la abstención. No podemos permitir que el ruido de la “fachosfera” —política, judicial, mediática— nos nuble el juicio. Toda esa bulla está hecha para desmotivarnos. Para que la gente como tú diga: “no merece la pena”.
–Es que lo que está pasando es muy grave...
–Gravísimo. Y precisamente por eso hay que meter en la cárcel a los corruptos y que lo paguen. Pero no podemos olvidar que la derecha ha hecho cosas muchísimo peores: saqueo de las arcas públicas, redes para destruir pruebas que les incriminaban, elaborar informes falsos para hundir a rivales políticos... y los ha protegido. Eso sí que es una auténtica mafia. Pero ellos no dudan en votarse. Nosotros, en cambio, nos autoflagelamos. Nos derrotamos solos.
–¿Y no es honesto dudar?
–Claro que sí. Y valiente. Pero no podemos dejar que la duda nos paralice. Tú creías en un mundo más justo, y esa idea sigue viva. Está herida por los miserables, sí, pero no muerta. No votes por unas siglas. Vota por esa idea. Porque si tú y yo renunciamos a ella, entonces sí que habrán ganado los que persiguen la desafección.
–No sé… igual tienes razón. Necesitaba hablar de esto con alguien.
–No te rindas, Rafa. No ahora.

domingo, 15 de junio de 2025

Feijóo: Ríndase a la democracia, no a la mentira

 

Feijóo no abandona el guion ultraderechista
Feijóo no abandona el guion ultraderechista
España votó. Y votó plural. Votó por la convivencia, por la diversidad ideológica, por una democracia que, aunque imperfecta, sigue siendo el único sistema que garantiza libertades, derechos y justicia social. Quien aún no lo ha entendido, o se niega a aceptarlo, es el PP. Parafraseando a su propio líder: quien debe «rendirse a la democracia» es el PP. Porque rendirse a la democracia no es claudicar, es aceptar que no se puede deslegitimar a diario lo que emana de las urnas solo porque no te favorece.
El PP ha convertido la crítica política legítima en corrosión constante de las instituciones. No aceptan al Gobierno porque no lo lideran. Llaman ilegítimo a lo que es legal. Hablan de libertad, pero pactan con quienes recortan derechos. Alimentan el odio territorial para ocultar su falta de proyecto de país. No hacen oposición, siembran odio, desafección, ruido y desconfianza en la democracia misma. Son el «verdadero peligro para la democracia».
Y también es alarmante el papel de Ayuso, presidenta madrileña, que ha decidido importar las peores tácticas del “trumpismo”. Lo que pretende con su nueva normativa es reprimir la disidencia, amordazar a los jóvenes y convertir las universidades en espacios controlados por el miedo. Multas de hasta 100.000 euros por protestar sin permiso, de hasta 15.000 por una pancarta, y hasta un millón de euros en casos extremos. Es un delirio autoritario impropio de una democracia europea. ¿Qué será lo siguiente, perseguir el pensamiento crítico como si fuera un delito?
Y Vox, con su agenda reaccionaria, no solo no desentona en este escenario, sino que lo lidera. Negacionismo climático, censura cultural, ataques a colectivos vulnerables, y un desprecio total por la memoria democrática. Y el PP, lejos de frenarlo, lo respalda y le abre la puerta del poder en ayuntamientos y comunidades. ¿A cambio de qué? ¿De una alcaldía? ¿De un presupuesto? ¿De una falsa apariencia de estabilidad?
La democracia no es solo votar. Es sobre todo respeto al resultado. Es garantizar la libertad de expresión, incluso cuando molesta. Es permitir la protesta, incluso cuando incomoda. Es entender que el poder no da derecho a imponer el silencio, sino la responsabilidad de proteger el diálogo.
A la derecha, que cada día intenta socavar la democracia desde las instituciones que deberían defenderla, hay que decirle claro: ríndanse a la democracia. Acepten las reglas del juego o admitan de una vez que lo que quieren es romper el tablero.
La ciudadanía les observa. La historia también.

miércoles, 11 de junio de 2025

Justicia asimétrica

 

Tenemos una justicia claramente sesgada por la dictadura
Tenemos una justicia claramente sesgada por la dictadura

En España, la balanza de la justicia no está equilibrada. Hay notorias evidencias de un trato desigual cuando el acusado es una figura de izquierdas frente a una de derechas.
Cincuenta años después de la muerte del dictador Franco, la justicia española arrastra inercias que la vinculan con una estructura de poder profundamente conservadora. Esta doble vara de medir se hace especialmente visible cuando se observan los casos judiciales en los que están implicados políticos progresistas, activistas o representantes sociales.
Los casos en los que políticos de derecha se ven involucrados en presuntos delitos de corrupción, prevaricación o enriquecimiento ilícito suelen archivarse con llamativa rapidez, si es que llegan siquiera a abrirse. Y, cuando se abren, a menudo el proceso se dilata años, se vuelve confuso, prescribe o se resuelve de manera favorable al acusado.
En contraste, cuando la justicia se dirige hacia miembros de la izquierda política, el escenario cambia radicalmente. Los procedimientos se abren con facilidad, aunque no haya base sólida; se alargan durante años con investigaciones prospectivas; y aunque se archiven, se reabren una y otra vez, generando un desgaste personal, político y mediático que es irreversible. Se torna un arma política de destrucción.
Organizaciones como Manos Limpias junto a grupos como Abogados Cristianos, son expertos en utilizar los mecanismos judiciales para perseguir a voces disidentes, especialmente del ámbito progresista, feminista o independentista. A menudo, sus denuncias acaban archivadas, pero no sin antes haber generado titulares, escándalos, presión mediática y desgaste.
Estas entidades aprovechan las debilidades del sistema judicial y la falta de reformas profundas desde la Transición para mantener vivo un aparato judicial en el que muchos jueces, fiscales y magistrados siguen respondiendo a una lógica heredada del franquismo. El “lawfare” —uso de la justicia como herramienta de guerra política— no es solo una realidad importada de América Latina cuando la izquierda lograba el poder; en España, tiene nombres, víctimas y consecuencias.
Es innegable que durante la transición democrática no hubo una depuración del aparato judicial franquista. Muchos jueces educados y promovidos bajo el régimen continuaron en sus cargos, y el espíritu reaccionario se perpetuó en las estructuras del Estado. Esa falta de ruptura ha permitido que aún hoy, en plena democracia, se criminalice con facilidad al adversario político cuando es de izquierdas, mientras se protege a quienes representan o defienden los valores del viejo orden.
Es urgente una reforma profunda del sistema judicial español: despolitización incontestable del Consejo General del Poder Judicial, mecanismos de control ciudadano, transparencia en los nombramientos, becas para acceder a la judicatura que la democratice, y una revisión del papel de los jueces en causas con carga ideológica. La democracia no se defiende solo en las urnas: también se protege en los tribunales.
Porque si la justicia no es igual para todos, entonces no es justicia. Y mientras siga siendo un instrumento al servicio de una parte, seguirá alimentando la desigualdad y el desencanto.

lunes, 9 de junio de 2025

Fascismo y guerras

 

No a la guerra es un NO rotundo al fascismo
No a la guerra es un NO rotundo al fascismo

Más de la mitad de los españoles cree que nos abocamos a la Tercera Guerra Mundial. Y, por el auge del fascismo, tal vez no estén desencaminados. Siempre que el fascismo crece, como ahora, se forja un evidente vínculo con la guerra que refleja la naturaleza expansionista y violenta de esta ideología que se nutre del autoritarismo, el nacionalismo extremo, el militarismo y el rechazo a las democracias liberales, lo que lo hace propenso a la guerra y la confrontación.
En conflictos actuales, o del siglo XX, por todo el mundo, la influencia de regímenes autoritarios con tendencias fascistas o neofascistas ha sido incuestionable. En muchos de estos casos, las guerras no solo estuvieron motivadas por intereses territoriales, sino también por la imposición de un orden político basado en el control total, el rechazo a la pluralidad y la justificación de la violencia como un medio legítimo para lograr sus objetivos.
Así, la relación entre los conflictos bélicos y el ascenso del fascismo es una constante de la historia moderna, marcada por la propensión de los regímenes fascistas a utilizar la guerra como instrumento para imponer su ideología, expandir su poder y destruir a quienes perciben en su imaginario como enemigos, ya sean internos o externos. Este vínculo no solo se limita a grandes guerras, sino que se extiende también a conflictos locales, en los cuales el fascismo busca la hegemonía a través de la confrontación y la violencia.
Así que, si usted vota fascista, sepa que vota un sí a la guerra, un sí al asesinato de seres próximos y queridos… Claro que teniendo en cuenta que si los españoles fuéramos ratones muchos votarían al gato…