jueves, 4 de septiembre de 2025

Gaza: el genocidio que el mundo permite

 

Netanyahu, un criminal sin paliativos
Netanyahu, un criminal sin paliativos

Lo que ocurre en Gaza no es una “guerra”, es un genocidio. Más de 60.000 palestinos asesinados, la mayoría mujeres y niños. Hospitales bombardeados, periodistas ajusticiados, familias enteras borradas del mapa. ¿Hasta cuándo el eufemismo? Israel lleva a cabo una limpieza étnica con total impunidad, mientras las potencias occidentales lo avalan con armas, dinero, silencio y blanquean su imagen en acontecimientos deportivos o culturales. ¿Dónde está la ONU? ¿Dónde están los principios de humanidad? La comunidad internacional no solo falla, es cómplice. Se criminaliza a quienes denuncian, se castiga la solidaridad, se distorsiona la verdad. Gaza es un infecto matadero a cielo abierto, un territorio devastado y sitiado donde se experimenta con la muerte. Ya no es una cuestión política: es una cuestión moral. Netanyahu es un criminal. No se puede ser neutral. Callar es formar parte de la vileza. Cada vida palestina exterminada bajo la hambruna, las bombas y las balas cae también sobre la conciencia del mundo. Basta de hipocresía. Basta de mirar a otro lado. Se me revuelven las tripas al asistir a este crimen histórico que ni el tiempo podrá borrar. Es el nuevo Holocausto ejecutado, inconcebiblemente, por las víctimas del anterior.

lunes, 1 de septiembre de 2025

La derecha europea y la gran anomalía española

 

Aunque cambien de logo mil veces, continuarán siendo franquistas
Aunque cambien de logo mil veces, continuarán siendo franquistas

En Europa, la derecha democrática se forjó combatiendo al fascismo y asumiendo los valores de la libertad, la justicia social y el respeto a los derechos humanos. A ver si se enteran en Europa de que, por contra, la derecha española tiene un origen radicalmente opuesto: fue parida por el franquismo y se siente incómoda con la libertad, la justicia social y el respeto rotundo a los derechos humanos.
El Partido Popular es Alianza Popular, fundada por siete ministros de Franco, por eso evita condenar de forma tajante los crímenes de la dictadura. Su ADN político conserva los viejos dogmas despóticos del Movimiento Nacional: la unidad indivisible de la patria, el orden público impuesto cimentado en la represión y una moral reaccionaria que machaca a las minorías. No es casualidad que el PP rechace la Ley de Memoria Democrática, desprecie la pluralidad, hable de terrorismo incendiario, pretenda deportar a migrantes y se muestre incómodo ante cualquier avance en derechos civiles. Hace tiempo disimulaba. Ahora, no. Su deriva, abrazando sin pudor los discursos de Vox, no es una anomalía sino una vuelta a casa. El PP, en vez de aislar a la ultraderecha como en Europa, la integra y la legitima. Esta complicidad diligente no solo alimenta la crispación, sino que lo atrapa en una espiral de confrontación política y cultural que impide a España tener una derecha civilizada homologable a la europea y el avance hacia una democracia plena. Y lo que es aún peor: nos acerca peligrosamente hacia un siniestro y oscuro pasado.

martes, 26 de agosto de 2025

Ecos de un tiempo pretérito

En España el fascismo avanza de mano de PP y Vox
En España el fascismo avanza de mano de PP y Vox

En el filo de la historia, como si esta tuviera memoria y voluntad propia, se esbozan extrañas simetrías. Hoy, cual viejo disco rayado con el mundo girando desconfiado y crispado por crisis múltiples, desigualdades crecientes y un hartazgo generalizado hacia ciertas élites, los ecos del periodo de entreguerras vuelven a hacerse audibles.
Entonces, tras la Gran Guerra, el mundo estaba descompuesto. Europa era un continente lleno de dolor, devastado, ruinas y promesas rotas. Las democracias liberales, recién implantadas en muchos países, se tambaleaban frente al empuje de fuerzas que prometían orden, orgullo nacional y unidad frente al caos. Alemania, humillada y empobrecida, fue el crisol del resentimiento, y en sus calles floreció el fascismo como reacción brutal al miedo y la incertidumbre.
Hoy, aunque de momento no hay trincheras generalizadas hay otras heridas. Las crisis económicas —la de 2008, la pandemia, la inflación, el desempleo— han dejado huellas profundas. En muchas naciones, el ciudadano común se siente traicionado, ignorado por políticos tecnócratas y desplazado por una globalización que no reparte sus frutos equitativamente. De este modo, como en los años 30, la frustración vuelve a ser el caldo de cultivo perfecto para los discursos del odio.
Los nuevos fascismos no marchan con uniformes, pero sí con banderas. Tienen canales en redes sociales en lugar de emisoras de radio, pero gritan lo mismo: que la culpa la tienen los otros, los diferentes, los débiles, los de fuera. Como entonces, el lenguaje se vuelve tan agresivo que debilita las instituciones. El ciudadano temeroso acepta que se cuestionen las elecciones, se normalicen las mentiras y se desprecie la prensa libre.
También ahora, como entonces, hay un vacío emocional. En los años de entreguerras, el sentimiento de comunidad estaba roto, y surgieron líderes carismáticos que prometían devolver la dignidad y la grandeza perdidas. Hoy, vemos un fenómeno similar: figuras autoritarias, populistas, que ofrecen soluciones simples a problemas complejos, que dicen lo que “nadie se atreve a decir”, y que excitan nuestro cerebro reptiliano.
Y al igual que entonces, el mundo está revuelto. La guerra en Ucrania, el genocidio en Oriente Medio, las pugnas entre potencias, la crisis climática —todo parece sacudir un orden mundial que cruje como un edificio con cimientos decrépitos. El multilateralismo se erosiona, las alianzas se tambalean, y el miedo vuelve a dictar las decisiones.
Pero no todo está perdido. La historia también enseña que el fascismo fue derrotado, y que de sus cenizas surgieron acuerdos y estructuras que, con todos sus fallos, evitaron otra catástrofe global durante décadas. Tal vez el verdadero reto sea reconocer las señales a tiempo para escribir un final distinto.
El mundo de hoy se parece al de ayer, sí. Pero, con sentido común, aún podríamos estar a tiempo de escribir otro final. Y, aunque realmente no lo creo, es lo que espero.

miércoles, 30 de julio de 2025

Mujeres en el poder: un mundo mejor

 

Las mujeres harían de este mundo uno mejor
Las mujeres harían de este mundo uno mejor

Durante siglos, el poder ha sido mayoritariamente masculino. Las consecuencias son visibles: corrupción sistémica, conflictos armados persistentes y estructuras políticas que privilegian a las élites por encima del bienestar común. Hoy, en un mundo que clama por líderes éticos, transparentes y comprometidos con la justicia social y la paz, surge una verdad avalada por datos y estudios: la participación de mujeres en política reduce significativamente los niveles de corrupción y conflictos.
Varias investigaciones internacionales revelan que donde hay mayor presencia femenina en cargos públicos, los índices de corrupción tienden a disminuir. Y no es casual. Las mujeres, en general, son menos proclives a asumir riesgos innecesarios, rechazan la violencia como mecanismo de poder y privilegian soluciones dialogadas. Además, el haber sido históricamente excluidas de las esferas de decisión, las ha dotado de una perspectiva distinta: luchan por un sistema más justo, transparente e inclusivo, con reglas claras que protejan a todos, especialmente a los más vulnerables.
A diferencia de las estructuras jerárquicas donde priman la competencia y la imposición, el liderazgo femenino suele ser más colaborativo, empático y orientado al trabajo en equipo. Esta forma de gobernar favorece la rendición de cuentas, la gestión ética de los recursos públicos y una relación más cercana entre autoridades y ciudadanía. Es decir, transparencia. Así que, cuando las mujeres gobiernan, hay menos espacio para el clientelismo, el abuso de poder y el desvío de fondos.
No pretendo idealizar ni decir que todas las mujeres son incorruptibles o pacíficas, sino de reconocer la realidad: cuando ellas acceden a posiciones de poder, lo hacen desde una lógica transformadora que cuestiona el viejo orden político. Las mujeres no solo llegan al poder, lo redefinen.
En un momento en que la desconfianza hacia la clase política avanza en todo el mundo, abrir paso a más mujeres en los gobiernos no es solo una cuestión de equidad de género, sino una necesidad urgente para reconstruir la ética pública, devolver legitimidad a las instituciones y pacificar el mundo.
En general, más mujeres en el poder es igual a menos corrupción, más justicia, más bienestar colectivo y más paz. Apostar por ellas es apostar por un futuro más limpio, más humano y más democrático.

domingo, 27 de julio de 2025

La perversión del lenguaje

 

La derecha sabe muy bien cómo prostituir todo: hasta el lenguaje
La derecha sabe muy bien cómo prostituir todo: hasta el lenguaje

Los regímenes autoritarios saben del poder del lenguaje y que su manipulación moldea la realidad, desvirtúa conceptos y vacía de contenido las ideas que se oponen a sus intereses. Y, de mano de PP y Vox, vemos la endiablada alteración del lenguaje con el fin de transformar las verdades en mentiras y, lo que es peor, reescribir la historia en beneficio propio.
La perversión del lenguaje no es trivial ni puede considerarse mera disputa semántica. La historia enseña que los regímenes autoritarios y fascistas se han valido del lenguaje para instaurar un clima de confusión, desinformación y, en última instancia, opresión. La mejor representación de cómo una dictadura puede reducir y controlar el pensamiento humano a través del control de las palabras, es la “neolengua” en la novela 1984 de Orwell. Un concepto con una carga de significado profundo y trascendente, se reduce a una etiqueta vacía, desprovista de su esencia. En ese contexto, la palabra libertad se convierte en sinónimo de represión, y los discursos se transforman en justificación de la tiranía.
Cuando PP y Vox usan los términos de “libertad”, “dictadura” o “tiranía”, se percibe la manipulación. La libertad, que en su concepto más puro y democrático implica autonomía, justicia e igualdad, es secuestrada por estos partidos y transformada en un término vacío, utilizado para legitimar políticas regresivas, discriminatorias y autoritarias. La “libertad” que promueven es una falacia que se sirve de la ignorancia y de la desinformación para avanzar en su agenda de asalto al poder.
Alarma ver cómo, con la excusa de “defender la libertad”, se atacan derechos fundamentales como los de las mujeres, la comunidad LGTBI+ o los inmigrantes, bajo el falso discurso de que las políticas de igualdad son una “dictadura del pensamiento”. Lo que antes era un esfuerzo por lograr una sociedad justa y equitativa, hoy se presenta como una amenaza a la “libertad” que ellos mismos –legatarios de la dictadura franquista– dicen defender. Pero esta “libertad” que invocan está lejos de ser libertad real. Es una máscara que oculta opresión, discriminación, miedo y añoranza a tiempos pretéritos.
Tampoco podemos obviar cómo el término “dictadura” es diluido y retorcido. En lugar de ser una denuncia a la intolerancia y el abuso de poder, se utiliza como una etiqueta para descalificar a quienes se oponen a sus políticas. Vox y el PP nos intentan convencer de que las voces democráticas, las que defienden los derechos humanos y las libertades fundamentales, son las verdaderas dictaduras, mientras que sus propios métodos de control, censura y acoso se presentan como medidas legítimas para “proteger la democracia”. Se manifiestan diciendo que esto es una dictadura, envueltos en banderas de una dictadura despiadada y real. Es un juego de espejos que desarma el sentido común.
Al prostituir el lenguaje ponen en peligro el futuro de la sociedad. Y si dejamos que sigan alterando el significado de nuestras palabras, si no nos enfrentamos a esta manipulación, nos encontraremos viviendo en una sociedad donde las mentiras se convierten en verdades y las verdades en delirio.
PP y Vox pervierten las palabras que han dado forma a nuestra historia y que son el pilar de nuestros derechos. Si no reaccionamos las consecuencias pueden ser irreversibles. La historia nos enseña que los regímenes que distorsionan el lenguaje terminan por destruir lo que queda de libertad y democracia. Si no afrontamos esta distorsión, perderemos la esencia misma de lo que significa ser libres.
Es hora de dejar de jugar con las palabras y empezar a defender el verdadero significado de la libertad. Para ello, necesitamos claridad, consciencia y coraje. Pero lo más importante es que todos comprendamos lo que Tony Judt nos enseñó: que el control sobre el lenguaje es un control sobre la realidad misma.
No nos dejemos engañar. La lucha por la democracia comienza con la resistencia frente al discurso manipulado. Es hora de actuar con claridad, conciencia y valentía.

miércoles, 23 de julio de 2025

Infancia de vacaciones

 

Motivo del buscador Google para celebrar el Día de la Infancia en 2019
Motivo del buscador Google para celebrar el Día de la Infancia en 2019

Un derecho fundamental de la infancia es recibir cuidado y atención por parte de sus padres. Sin embargo, cuando llega el verano, muchas familias se enfrentan a un serio problema: los niños tienen casi tres meses de vacaciones, además de dos semanas y media en Navidad y una más a mitad de curso. Los padres, en cambio, apenas disponen de un mes de descanso al año. ¿Qué ocurre entonces con ese derecho de los niños?
Unos recurrirán a la familia, otros a las amistades y los que tienen posibles, pagarán campamentos que rondarán los 200 euros por semana. En muchos casos, la calidad no justifica lo pagado: la alimentación no siempre es saludable, las ratios son elevadas y las actividades prometidas no se cumplen del todo.
Lo más preocupante es que como sociedad hemos normalizado esta situación, vulnerando un derecho básico sin mayor debate. Hay que avanzar y la conciliación no puede seguir siendo una carga individual. Se necesitan medidas estructurales: horarios laborales racionales, permisos parentales ampliados, teletrabajo efectivo y una red pública de actividades estivales accesibles, inclusivas y de calidad.
Cuidar a la infancia no es solo un derecho, también es una responsabilidad de toda la sociedad. Son el futuro.

domingo, 20 de julio de 2025

Hacienda patriótica

 

PP y Vox siempre besan el culo a los ricos
PP y Vox siempre besan el culo a los ricos

PP y Vox, cada vez que tocan el poder, amparan a los poderosos: legislan para una minoría privilegiada mientras castigan al resto. Mientras Rajoy en el Consejo de Ministros recortaba el estado de bienestar, la Hacienda dirigida por Cristóbal Montoro, presuntamente se convertía en un lobby para beneficiar a grandes corporaciones. Este caso de corrupción premium, gravísimo y sin parangón, sería otro capítulo del extenso libro de tropelías del PP: hacer leyes a medida desde el Gobierno para desviar miles de millones del bolsillo de los contribuyentes hacia grandes corporaciones. Ese dinero, que debería haberse destinado a sanidad, educación o dependencia, acabó en manos de oligarcas que jamás pagan las consecuencias.
El PP no gobierna: saquea. Sus recortes siempre se ceban con los más vulnerables, mientras sus amnistías fiscales y sus leyes tramposas protegen a poderosos y corruptos. Y todavía tienen la desfachatez de hablar de “corrupción” y “patriotismo”. ¿Defender España? No, solo defienden a los poderosos.
El PP es una maquinaria perfectamente engrasada para saquear lo público, disfrazada de partido político. Una organización criminal, como bien recoge una sentencia. Cada vez que gobiernan, la riqueza fluye hacia arriba y la miseria hacia abajo. No es casualidad. Es su modelo de país. Uno donde siempre mandan los poderosos y el resto paga.
¿Mafia o democracia? ¿Y tú me lo preguntas? Mafia… eres tú.