El uso de cookies es una gran herramienta para la manipulación |
Al usar internet dejamos un rastro en forma de cookies de todo lo que visitamos. Esos datos no son insustanciales. Subrepticiamente las empresas los recopilan para analizarlos con sofisticados algoritmos que hurgan nuestras vidas averiguando qué nos conmueve para predecir nuestros deseos y comportamientos. Una vez cribados, se convierten en oro digital que se vende al mejor postor. Sin percibirlo, en el mercado de datos de este «capitalismo de vigilancia», pasamos de ser consumidores a suculenta carnaza codiciada por empresas que los adquieren para modificar nuestros hábitos de compra, e incluso condicionar mentes –sobre todo adolescentes en redes sociales– y manipular furtivamente futuras decisiones de voto.
Los Gobiernos han de legislar el uso ético de estos macrodatos o prohibir las cookies.