Con este virus respiratorio hay que tener muchísima prudencia |
Siendo jóvenes a mis amigos y a mí nos tocó el fin de la dictadura que vivimos apasionadamente. Ahora a vosotros os ha tocado otra lacra: la pandemia. A menudo me identifico y pienso en lo frustrante que hubiese sido haber pasado, con esa edad, por algo así. Si a mis 18 años me hubiera tocado el confinamiento duro sin ver a nadie, me hubiera subido por las paredes; pero como ahora, me habría volcado en lectura, música y estudios. Mi solidaridad empatiza con vuestro desencanto.
Con cabeza y respetando las normas de distanciamiento, con la mascarilla bien puesta para no contagiarse ni transmitir la covid, cada cual con su bebida y sin compartirla, se puede sociabilizar en espacios abiertos y conversar –recomendado para desahogarse echando monstruos fuera– con los amigos.
Creedme, os comprendo y me afligís. Lamentablemente, es lo que os ha tocado. Para que esto quede como un mal recuerdo, solo hay que confiar en la ciencia con prudencia; jamás creerse inmortal y poner en riesgo a los demás.
Con cabeza y respetando las normas de distanciamiento, con la mascarilla bien puesta para no contagiarse ni transmitir la covid, cada cual con su bebida y sin compartirla, se puede sociabilizar en espacios abiertos y conversar –recomendado para desahogarse echando monstruos fuera– con los amigos.
Creedme, os comprendo y me afligís. Lamentablemente, es lo que os ha tocado. Para que esto quede como un mal recuerdo, solo hay que confiar en la ciencia con prudencia; jamás creerse inmortal y poner en riesgo a los demás.