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Muchos policías continúan sin dar ejemplo
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Madrid, 30 de marzo, 7:50 h. Calle de Rodríguez San Pedro. Se realizan trabajos de asfaltado. Al pasar, casi todos los trabajadores van sin mascarilla. Cien metros más adelante, ante un semáforo en rojo se detiene un coche patrulla municipal. Voy para allá. Ventanas subidas, los dos con la mascarilla bajada. Golpeo el cristal. El conductor, sorprendido, se coloca la mascarilla. Baja la ventanilla. Doy los buenos días. «Buenos días», me responden. «Allí, en las obras de asfaltado –les indico– hay muchos operarios sin mascarilla, aunque supongo que viendo que ustedes no la llevaban, no harán nada». «¡Oiga, señor! –me interrumpe–, que aquí estoy solo con mi compañero con las ventanillas cerradas y para hablar con usted me la he puesto». «Ya me lo ha dicho todo –respondo–. Su compañero y usted, debían ir con ellas puestas y con las ventanillas abiertas, no cerradas y sin mascarilla, ¿o son ustedes convivientes?». El compañero da un toque en el brazo al conductor y le dice «¡Venga, tira!».